La religiosidad es una necesidad, no una opción. Los ateístas siguen teniendo esa necesidad.
La religiosidad es una necesidad, no una opción. Los ateístas siguen teniendo esa necesidad.
Prueba de la blancura:
Frente a un creyente te puedes plantear de dos formas:
1- Lo consideras un fenómeno interesante y tratas de explicarte las causas psiciológicas de sus dogmas.
2- Te da rabieta porque no piense como tú y tratas de refutar sus dogmas.
Está claro que en el segundo caso no haces las veces de espectador, sino de un partícipe del fenómeno, luego, eres parte interesada. ¿En qué sentido podrías sentirte parte interesada? Pues claro, en que tus dogmas difieren de estos otros. En el primer caso en cambio, te sabes aparte, te sientes ajeno a tal realidad y puedes analizarla con fría indiferencia; radica en ti el espíritu de un analista.