(CONTINUACIÓN DEL MENSAJE ANTERIOR)
OCTAVO CONSEJO: Si las habitaciones de los niños dan al salón en donde se colocan los juguetes, dejar las puertas no cerradas sino entreabiertas en una pequeña rendija, lo suficiente para que a través de ella puedan atisbar la presencia de los regalos cuando se despierten y no sea todavía la hora de levantarse, o si se despertaran por la noche. Así, esos torturantes minutos u horas de espera acentuarán la ilusión. Ten en cuenta que no sólo los perciben de manera visual sino por su olor característico a juguete, que te aseguro llega hasta su habitación.

NOVENO CONSEJO: En el momento mágico en el que se encuentren con los juguetes, podrás presenciar toda la escena (e incluso filmarla), pero es bueno que te abstengas de intervenir ayudándoles a destapar los regalos o montar los juguetes, a no ser que te lo pidan expresamente. Es un momento que pertenece al niño, donde él es el único emperador de un país de maravillas y nadie debe inmiscuirse para “ayudarle”. Caldear el salón para que tenga una temperatura agradable (si en tu país la Navidad cae en invierno). No molestarás para nada ese día a los niños con obligaciones de hacerse las camas, la comida, ir a visitar a otros parientes, etc. Les permitirás que no coman en la mesa, si lo desean, y les servirás tú la comida en el suelo donde estén jugando si lo quieren así. Están en su día y tienen todos los derechos del mundo. Cuando ellos decidan y si quieren, podrán emprender las visitas a las casas de los familiares en donde también hayan pasado los Reyes a dejarles regalos. Velarás porque no haya peleas entre hermanitos al querer jugar con los juguetes del otro, y por tanto actuarás como moderador haciendo que se le pida permiso al dueño del juguete, y respetando su decisión si no lo concede, o diciéndole que a cambio él podrá jugar con uno de los de su hermano. No les obligues a compartir, en todo caso sugiéreselo; la fraternidad ha de nacer del corazón, y si no sucede así, el niño, como todo ciudadano adulto, tiene también derecho a la propiedad privada.

DÉCIMO CONSEJO: Apuntar en una libreta a lo largo del año las trastadas y desobediencias importantes que los niños hayan cometido, al igual que los gestos nobles y amorosos que hayan tenido con sus hermanitos y demás familia, para “comunicárselos” a los Reyes. Eso se traducirá en un menor o mayor número de regalos, y puede ser una manera de cuidar del comportamiento de los pequeños. Sin embargo, y esto es muy importante, por malo que haya sido un niño, siempre tendrá un buen número de juguetes (aunque pudieran ser más si se hubiera portado bien), pues se trata de un día glorioso de su infancia del que no le podemos privar. Pero que aprenda que el mérito personal tiene su premio y el mal comportamiento su castigo. Sé justo: cuanto más pequeños son los niños, menos culpa tienen en sus travesuras y menor castigo deben recibir, y cuanto más inquietos, hiperactivos o con problemas psicológicos y afectivos, más se les debe atenuar la “pena” también.

Para terminar te diré que no dejes el día de Reyes solamente para los niños. Escribe tú también tu carta, envíala por correo a los Reyes Magos (¿Te atreverás o creerás que es una tontería?) y dile a un familiar que te pida por correo esos regalos que quieres (dándole tú el dinero), o que te compre tal artículo de tal tienda y que lo guarde hasta el día de Reyes. No se te ocurra comprarlo tú o pedirlo tú por teléfono o ir a recogerlos tú mismo. Ese día dispondrás tus zapatos, y tu familiar colocará el regalo frente a los mismos para que lo encuentres cuando despiertes. Lo mismo harás tú con esa persona, que habrá colocado sus zapatos en otra habitación diferente. Y sobre todo, por favor, que no sea un regalo sorpresa, que sea algo que tú hayas elegido y que hayas deseado durante más de un mes (y si es más, mejor), contando cuántos días faltan; esa es la gloriosa diferencia entre los Reyes Magos y otros personajes navideños o fiestas dadivosas, QUE LOS REGALOS NO HAN DE SER SORPRESA SINO PREMEDITADOS. Procura pedir durante el año sólo lo necesario para "funcionar", y espérate a Navidad para pedir los regalos que te gustan (si acaso temes que se agoten, que tu familiar te los vaya pidiendo durante el año y que los guarde celosamente hasta que llegue Reyes).
¿Te parece mucha historia para regalarte algo? ¿Sería más cómodo simplemente comprártelo y abrirlo tú mismo ese día o durante las navidades? Mímate y te garantizo que volverás a experimentar sensaciones y emociones que creíste extinguidas en tu alma, porque... aunque no te lo creas,... todavía eres un niño.

¿CÓMO DESENCANTARLES CUANDO LLEGUE LA EDAD?
Puede causar un trauma en el niño decirle que los reyes magos son los padres, porque puede interpretar la recreación maravillosa que suponen los reyes magos como una mentira de sus padres hacia ellos, y no es lo mismo ni mucho menos. Lo que hay que explicarle es sencillamente la verdad, que los reyes magos existen en el Cielo, igual que nuestros seres queridos, y que como desde el Cielo no pueden actuar físicamente, piden a cada uno de los padres y madres que sean sus pajes, la mano de obra que compre los regalos y se los pongan a los niños, y que interpreten y recreen la situación como si realmente fueran los Reyes los que vinieran a las casas. Es decir, no es verdad que los Reyes Magos sean los padres, los Reyes Magos son los reyes magos y existen, y los padres trabajan para los reyes magos, son sus operarios. Los padres dicen a sus hijos que los juguetes los han traído los Reyes para darles esa ilusión, es como una obrita de teatro muy bonita, aunque son los padres los que los compran y los ponen frente a los zapatos. Pero ojo, por encargo de los Reyes Magos. No quiere decir esto que los padres hablen directamente con los Reyes Magos, pero la tradición dice que es de esa manera el espíritu de los Reyes, y ese encargo es real y los padres deben cumplirlo para hacer felices a los niños. Así que, ahora que ya saben los niños que los juguetes son puestos por los padres pero por encargo de los Reyes a todos los padres del mundo, se puede continuar toda la vida recibiendo los juguetes y dando las gracias a los Reyes Magos, que están en el Cielo realmente, hasta algún día ser esos hijos los padres que interpreten y monten pequeña y maravillosa obra de teatro para sus propios hijos que tengan, y los hagan tan felices como fueron ellos de pequeños.

COMENTARIO FINAL:
Los Reyes Magos son una metáfora de la vida: portarse bien o mal y recibir un premio maravilloso e increíble, o un castigo. Nuestra existencia es eso precisamente, y parte del premio suele venir ya en vida al que se porta bien, y, si eres creyente, la inmensa mayor parte de los regalos, después de morir. Es posible que pierdas definitivamente el miedo a la muerte, si la entiendes como el verdadero día de Reyes, para los que todos los anteriores eran una preparación de “atrezzo”. El dormirse la noche anterior representa el morir, y el despertarse por la mañana simboliza la resurrección a la vida eterna, llena de regalos, juguetes y acompañado de tus seres queridos para siempre, por la bondad de Dios. Por eso, el día de Reyes es tan importante, no ya porque proporcione los momentos más felices de nuestra existencia, sino porque nos prepara conceptualmente para entender la vida y vivirla con éxito y, sobre todo, con mucha ilusión. Para el que cree de esta forma, la muerte es algo feliz y esperado (los santos cuentan los días que creen que faltan, igual que los niños para el día de Reyes. “Y tan alta vida espero / que muero porque no muero”, escribía Santa Teresa de Jesús), y también para el que lo siente así, envejecer no es retroceder y hundirse sino avanzar y crecer; entenderlo de otra forma es un horrible crimen psicológico que nos hacemos a nosotros mismos.
Es muy posible que a quienes veamos en el momento de morir para que nos acompañen al Cielo, no sean solamente a los ángeles, sino por primera vez en nuestra vida, a los tres Reyes Magos de verdad, que existieron según la Palabra de Dios, y posiblemente estén enterrados en la catedral alemana de Colonia, según la tradición que pueden venerar los visitantes en unas tumbas que allí se encuentran.
Inmaculado Corazón de María, ¡sed mi salvación, Madre Mía!