Me quejo enormemente de la vida misma, de la injusticia que se derrama sin control por todos lados, de la pobreza económica y espiritual que carcome corazones y cuerpos, que mata esperanzas y dichas, me quejo de unirme tanto a esta tierra y sentir tantos dolores y tantas tragedias de tantas personas en este pobre corazón. Me quejo de ser un pobre desdichado que poco, casi nada puede hacer ante tanto sufrimiento, me quejo de que me duela tanto porque a veces no lo soporto y me aplastan esas visiones. Me quejo de las nubes, que con su gris entonación oscurecen mis días. Me quejo de la desolación que entra como bandido a tantos hogares, que mata, oprime y humilla. Me quejo de las muertes sin sentido y de que existan tantas caritas infantiles, marcadas por la congoja, por el hambre, sin un futuro medianamente digno, me quejo de la existencia de tantas madres que lloran por sus hijos y que soportan estoicamente todos los golpes de la vida. Me quejo de la vida misma, me quejo de haber despertado hoy.