San Pedro era pescador.
En el convento de las Hermanas de las Rodillas Ensangrentadas se veneraban las barbas de San Pedro como una reliquia invaluable del cristianismo.
El domingo en la mañana habìa mucha agitaciòn en el recinto porque el obispo iba a bendecir la reliquia, y pusieron a una novicia a limpiar el atrio.
Curiosamente la monja destapò la urna para ver mejor las barbas y en eso soplò un ventarròn, que mandò los pelos fuera del convento.
La Hermana asustada no sabìa que hacer, y se le ocurriò afeitarse su vello pùbico para ponerlo en lugar de las barbas del santo.
Cuando el obispo se acercò a bendecir la urna religiosa, se motivò a levantar la cùpula para autentizar la reliquia.
Y exclamò :
- Aaaggghhh, Uta madre, en verdad San Pedro era pescador.
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excelenteee!
