Los lunes por ser lunes -de la luna-la gente anda alunada y no entra en la pavada. Como para mi el lunes es un bellísimo día, y la noche mejor aún, me puse a leer cosas, me encontré otra vez con Evaristo Carriego, y comome gustan mucho sus poesías,y además me gustan mucho los bares donde mirar a la gente e imaginarme sus historias, de un poemita pensé que podía salir una prosa, que aunque con licencias varias, uedo así, y va para el amigo Pana, pescador, de peces y como su amigo pedro.

Viento como para dos. Pero el hombre, como todos los días, cruza por la esquina apretándose la boina para que no vuele. Apagado, como siempre, lleva en la boca un cigarro a medio consumir y el ojo de encima a medio cerrar. Tuvo un corte allí, y con el tabaco simula que está semicerrado por el humo.
Abre suavemente la pùerta del bar, saluda con un cabezazo a don Cosme que ya está llenando su copa para llevarla a la mesa habitual, contra la ventana: la última.
Los vecinos, claro, murmuran. Pero el del bar afirma no saber nada de él, que solo le ha escuchado decir "pónme otra" y "¿cuanto es?". Y punto. Doña Eufemia, la de la pensión, dice que se llama Amado nosecuantos, que paga al día, y buen día y buenas noches.
Suposiciones que recorren el Almacén "El Barato", confirmaciones supuestas en la peluquería de Anita, descubrimientos que asoman en la carnicería y naufragan en el lavadero del Pocho.
Pero hoy, el Daniel, el hijo del verdulero que salió a buscar cambio al bar, ha dejado consternados a todos. Dice que a pesar de la penumbra y que el hombre estaba con la cabeza gacha, lo vió llorar.