.


Pienso que la desigualdad es hermosa. Hasta nosotros mismos no somos simétricos. una mitad de la cara parece más seria que la otra. Nuestras manos son diferentes, nuestro senos son diferentes y hasta nuestros pies. ¿Cómo podemos ser iguales a los demás?

Todos pensamos diferente, reaccionamos ante un mismo estímulo de formas disímiles.
Si crees en Dios, es así que el lo quiso, no?

Ahora en lo que respecta a la desigualdad de clases, soy una convencida que eso no va a mudar nunca. En nosotros está el tratar de -estemos en el escalón que estemos- hacer que el que está un escalón abajo, motivarlo a que suba. Y nosotros también, sin perder de vista lo que ya recorrimos, tratar de seguir subiendo.
¿A dónde? No importa. Sentirse una luchadora es el premio. No quedarme sentada en la puerta de casa a envidiar al vecino por que compró tremendo auto. Disfrutar cada triunfo que logramos. Sin dar un paso atrás ni para tomar impulso.

Yo también visito hospitales, asilos y hasta presidios con nuestro teatro amateur. ¿No te hace sentir bien, el que hagas sentir bien a otros? Yo no cuestiono al que está preso, ni a Dios por un niño que se va a morir de cáncer en poco tiempo.
Yo estoy en una situación y ellos están en otra.
Yo no voy a liberar al preso, ni sacarle 50 años al viejito, ni salvarle la vida al niño. Eso no lo puedo hacer, pero si puedo trasmitirles aunque sea por una hora que la vida e bella, aunque suene a paradoja. Dure lo que dure.

Todos somos diferentes, actuamos diferente, sembramos diferente, lógicamente cosechamos diferente.
No pretendamos igualarnos, porque perderíamos nuestra identidad.

No te mortifiques Betybob. Lucha contra lo que tienes alguna chance de ganar.
Si te hace sentir bien hacer el bien, hazlo sin cuestionamientos.
Los diagnósticos de locura, son hasta bienvenidos viniendo de quien viene.

Gracias de nuevo por estar con nosotros.


.