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Si mal no entiendo, hemos llegado a dos temas en los cuales no nos ponemos de acuerdo.
No en el de la superación personal, si no en quien se lleva los frutos de la misma. Y en el tema de los "adalaides de la autoayuda del norte".
Si en mi afán de simplificar, y de tocar temas concretos me equivoco, me corriges.
Comienzo por el último.
Cuando uno compra un artículo, una licuadora por ejemplo, dentro de la caja, vienen las instrucciones para el buen uso de la misma. Después de la famosa frase de: Gracias por haber comprado este producto, nos enseña como vamos a tirar el mejor provecho del mismo.
Nunca vas a ver en estos folletos, algo así como: Si bien Ud. compró esto, le decimos que puede encontrar en el mercado cosas mejores. Para la confección de este producto, usamos mano de obra esclava y materiales que afectan la capa de ozono, además el ingeniero que lo inventó y lo diseñó, lo despidieron ayer porque pidió un aumento de salario.
Cuando uno compra un libro de auto ayuda, es por que quiere saber como poner a funcionar ese aparato, sin cortarse un dedo ni quedar electrocutado. Solo eso.
Los libros de auto ayuda, son para gente práctica. Gente que quiere saber como moverse dentro del capitalismo, no de cambiarlo.
No quiere saber si hay doctrinas, dogmas religiones o sectas, que serían la panacea para este mundo loco.
Porque la cosa es hoy.
El que se detiene mientras hace la fila, los que están atrás, le van a caminar por arriba.
El Capitalismo está ahí. Frente a nosotros. Vivito y coleando. Nos movemos (o reptamos, como alguno dirá) dentro de él. Nos obliga a correr la liebre todos los días y muchas veces a que la liebre nos corra.
Para borrarlo del mapa, caparlo, fusilarlo, mandarlo a Siberia y otro montón de luchas contra molinos, tenemos cientos de libros de barbudos, que desde que el hombre es hombre (y antes también) luchan contra el capitalismo cruel y deshumano.
Los libros de autoayuda te dicen: hermano, estás en la selva. Si quieres saber como hacer pa´que los bichos no te coman -y también como comerte algún bicho-, dame bola, lee y aprende.
Así de fácil.
Ellos no te van a decir que te metas con una estrella de David y una quipá dentro de una mezquita.
Si vives en un país musulmán, te darán consejos para que sobrevivas y si eres experto, hasta para que llegues a ser un gran Iman. Nunca a que trates de convencerlos, de que están equivocados.
Queramos o no, desde que nuestros antepasados vieron que con un buen garrotazo en el lugar preciso y en la hora cierta, podían adueñarse de la rama del árbol más frondoso, o de la mejor cueva, nació el capitalismo.
También vieron que con el mismo instrumento persuasivo, podían tener la cueva de al lado y cobrar algunas frutas y animales recién cazados, para permitir que otros la usaran. Y de ahí en adelante, ya la cosa no paró más.
Lógico que hubo intentos (y hasta el día de hoy los hay y los habrá) de acabar con esto que no es lo correcto. Pero todos han fracasado. En la prehistoria y en el siglo XXI. El garrotazo sigue imperando.
El que quiera evitar que le dejen la cabeza llena de moretones -o cómo llegar a ser dueño de un buen garrote-, compra Quién se comió mi queso.
El que no le importe andar todo lleno de esparadrapos y luche para que en vez de garrotes, todos tengamos una flor en la mano, compra El Capital de Karl Marx.
Cada uno es dueño de sus humanidades.
No le pidan naranjas al arbolito de navidad (de plástico). Cada cosa, para cada cosa.
Creo que la persona inteligente, tiene que comprar el librito del Queso y El Capital (solo por nombrar al más conocido).
Si solo compra uno de ellos, se radicaliza y no llega a nada.
Si solo compra el del queso, tendremos capitalismo para siempre.
Si solo compra libros sobre teorías del socialismo, caerá de nuevo en viejos esquemas fracasados.
Hace 120 años, todavía había esclavos en Brasil. Eso para la historia fue ayer. Seguro que los abuelos de cualquier ciudadano de este país los vieron. De afuera o con grilletes.
Hace más o menos el mismo tiempo, en Chicago comenzaban las luchas por reducción de la jornada de trabajo, que era prácticamente de 15 a 16, horas diarias, para 8. Esto también fue ayer.
Les parece que se ha avanzado poco?
Mi lucha es real y practicable. Trato de humanizar el Capitalismo. Los que lo quieren sepultar, no les ha ido nada bien.
El último librito que leí, me dijo que una gota con ser poca, con otra hace aguacero. Yo sigo desparramando donde puedo, mi teoría de cambio con anestesia.
Y yo sigo bailando. Con un feote, pero bailando.
Como me pongo “larguera” según dice Pablo Ramos. La segunda la voy a hacer bien cortita.
Al que no le guste que de su invento, el lucro se lo lleve otro, la cosa es bien simple:
Póngase su propia empresa.
Y si todavía quiere ir más lejos y no quiere que lo vean como un capitalista negrero, ponga una cooperativa y reparta el lucro entre sus colaboradores.
Y si quiere ir más lejos, no registre en marcas y patentes su invento. El conocimiento es universal.
Y si quiere ir más lejos todavía, regale a todos su producción.
Fácil. No? El Capitalismo es tan experto, que lê da todas esas opciones.
Es solo comenzar.
Voluntarios???
Disculpen. Tengo que dejarlos. Llegó la hora de demostrarle al capitalista de mi patrón, que soy merecedora del salario que recibo.
Eso no quita, que entre a la empresa cantando bajito: arriba los pobres del mundo, en pie los esclavos sin pan...
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No seamos voceros del terrorismo.
No difundamos sus crímenes.
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