Hace unos meses, cuando lancé mi negocio, me sentí un poco perdido en el mar de la competencia. Quería que mis clientes se sintieran únicos, pero no tenía suficiente personal para hacer campañas a medida. Entonces, alguien me recomendó usar IA para crear contenidos y correos electrónicos personalizados (email marketing). Lo que ocurrió después fue sorprendente. La IA me ayudaba a entender mejor a cada cliente y a enviarles mensajes que respondían a sus intereses y necesidades específicas. La sensación de que hablaba directamente con cada uno fue fundamental para crear confianza en una etapa tan temprana del negocio. Al final, la IA no solo automatizó procesos, sino que me permitió construir relaciones más humanas y cercanas, logrando que cada cliente se sintiera especial desde el primer contacto.