Aunque parezca increíble, reunir las partes del Nuevo Testamento fue una tarea incluso más ardua para los eruditos. Tras la muerte de Jesús, en la primera mitad del siglo I, sus milagros y obras fueron pasando de boca en boca hasta extenderse por todo el Mediterráneo. En la segunda mitad del siglo I había decenas de versiones: en siríaco, en copto, en latín, en griego culto, en armenio.... Algunas coincidían. Otras no.

El caso es que a medida que pasaba el tiempo, aumentaba el número de versiones. Cuanto más famoso era Jesús, y más se extendía el cristianismo por el mundo, más difícil era encontrar 'la versión' fiable de su vida.

En el 370 se elaboró una lista que contenía cuatro evangelios creíbles, además de epístolas o cartas de San Pablo, hechos de Apóstoles y el Apocalipsis de San Juan. En un concilio celebrado en 397 después de Cristo fueron consagrados después de cotejar unos con otros, y descartar varias versiones.

- El evangelio de San Mateo es el más directo pues Mateo fue uno de los discípulos de Jesús, a quien fue encomendada una misión de apostolado por el mundo.

- San Marcos y San Lucas no conocieron a Jesús pero oyeron de él por los relatos de San Pablo. Eran sus discípulos.

- Por último, está el evangelio de San Juan, el más joven de los discípulos. Este evangelio diferente a los otros tres en su redacción y en su estilo.

Ahora bien, estos evangelios pudieron haber sido escritos por ellos, o por comunidades de fieles que recogieron estas versiones y las compilaron entre el siglo I y el III. Luego, esas versiones fueron copiadas centenares de veces hasta que los concilios las consagraron.