“Fue faraónico”, recuerda Fernando Zamorano, el ingeniero a cargo del diseño estructural. La construcción del templo comenzó en julio de 1983 sobre un terreno elíptico de 60 por 90 metros y duró más de nueve años. Al inicio, Samuel sabía lo que quería, pero no cómo lo quería: buscaba tener un centro de culto que albergara a la mayor cantidad de fieles, un diseño único y, por último, que fuera más alto que la catedral de Guadalajara. La Luz del Mundo dio como referencia a los arquitectos el Partenón griego por su atemporalidad y las mezquitas islámicas por su belleza, comenta Fernández Font.

El arquitecto ideó un edificio piramidal, un inmenso pastel de varios pisos con figuras cóncavas que simbolizan una serie de brazos abiertos a los cuatro puntos cardinales. En cada concavidad se añadieron tragaluces con cristales que forman un caleidoscopio con 112 haces de luz natural. La Luz del Mundo. La cúspide, que se levanta 83 metros sobre el suelo, está rematada con una escultura de la dualidad entre el padre y el hijo. Nadie había visto ni construido un diseño así. Las autoridades dudaban que fuera estable y los permisos de construcción tardaron en llegar.

“Nos decían que parecía un castillo de latas de cerveza y que no iba a resistir”, cuenta Zamorano, entre risas. La estructura, que se inspira en elementos naturales —mitad torbellino, mitad caracol marino—, necesitó de cálculos geométricos que hicieron trabajar a marchas forzadas a las computadoras de la época y de 5.000 toneladas de acero. El Estadio Azteca, por ejemplo, necesitó de 1.200 toneladas de acero laminado y 8.000 toneladas de varillas para sostenerse.

La pirámide de Samuel, sin embargo, necesitaba mano de obra. Entonces convocó a sus feligreses, que erigieron el templo sin paga ni salarios por medio. Su primera tarea fue desmontar el antiguo templo que estaba en la comunidad y reinstalarlo en la colonia Bethel, a unos kilómetros de Hermosa Provincia. “Los fieles trabajaban como hormiguitas”, cuenta Zamorano. Había un grupo minoritario de trabajadores de base, que conocían algún oficio, pero la mayoría eran miembros que llegaban de otras ciudades, se capacitaban un par de días y se quedaban por varias semanas. En el punto máximo, más de 500 personas llegaron a trabajar simultáneamente en faenas que duraban hasta dos días seguidos.

Al estar en plena zona habitacional, el uso de maquinaria pesada fue muy limitado. Los altavoces, que antes entonaban himnos religiosos y salmos, ahora convocaban a los voluntarios a cargar lozas de concreto y las casas de los alrededores se convirtieron en albergues que les daban techo y comida. “Fue una construcción mesiánica”, afirma una fuente que perteneció a la cúpula de la iglesia. “Estamos hablando de niños, mujeres, ancianos… gente extremadamente sencilla que trabajaba casi inspirada y se entregaba por completo, sin restricciones”, agrega.

El resultado fue un edificio con capacidad para más de 12.000 asistentes, que puede abrirse para que decenas de miles más sigan los servicios religiosos. El monumental templo de Salomón en Brasil, de la Iglesia Universal del Reino de Dios (también conocida como Pare de sufrir), puede albergar a 10.000 personas. Un número similar al de la Basílica de Guadalupe en Ciudad de México. Por eso La Luz del Mundo sostiene que el suyo es el templo más grande de Latinoamérica.

El exmiembro de la cúpula asegura que en la edificación se gastaron más de 50 millones de dólares, pero quienes estuvieron involucrados en el proceso reconocen que se ahorraron prácticamente todos los costos de mano de obra, salvo la comida. “Más allá de las especulaciones que intentan medir desproporcionadamente el esfuerzo y la solidaridad de los miembros de la iglesia, lo cierto es que, con amor y unidad, los miembros de la congregación de Hermosa Provincia pudieron terminar un hermoso templo para la gloria de Dios”, responde Gutiérrez Avelar.

Una investigación de EL PAÍS publicada en septiembre reveló que la representación de La Luz del Mundo en Estados Unidos solicitó un préstamo de cientos de miles de dólares al Gobierno de Donald Trump como estímulo para superar la pandemia. El dinero, a fondo perdido, se dio a pesar de que fuentes que abandonaron la iglesia aseguran que “no se pagan sueldos ni impuestos” a las bases de menor jerarquía de la organización, y que el flujo de diezmos no ha parado pese al encarcelamiento de Naasón Joaquín. Consultada al respecto, la iglesia no ha querido responder sobre este punto y solo ha dicho que actúa “dentro del marco legal” y que los apoyos que recibió se han querido “politizar”.

Para Iván San Martín, especialista en arquitectura religiosa de la Universidad Nacional Autónoma de México, el diseño piramidal es una metáfora de la jerarquía dentro de la iglesia y de la ascensión espiritual según esa fe. La base, donde está el grueso de fieles, es ancha. Pero conforme uno sube, la pirámide se vuelve cada vez más angosta. Y en la punta solo hay una persona: el apóstol. Eventualmente, el anhelo piramidal y palaciego del llamado “linaje escogido por Dios” se reflejaría en otros templos de La Luz del Mundo, como una pirámide con motivos mayas en San Pedro Sula (Honduras) y una copia del Taj Majal en Tapachula (Chiapas).

El templo sede tiene otra peculiaridad. Está justo en el centro de Hermosa Provincia y su base elíptica forma una glorieta central en la que desembocan ocho calles en diagonal. La colonia tiene un trazo panóptico, similar a una ciudadela militar o a la disposición que tenían las penitenciarías del siglo XVIII, con el templo dominando y observando todo lo que pasa en los alrededores, señala San Martín. Cualquier reportero, intruso o curioso es inmediatamente identificado por los trabajadores de la iglesia. “No es una casualidad”, apunta el especialista, “es una expresión del control que tiene la iglesia en la vida terrenal de sus fieles”.

Bajo la tierra

Cuando Naasón Joaquín fue detenido en Los Ángeles y las acusaciones en su contra empezaron a salir a la luz, las entrañas de Hermosa Provincia también salieron a la superficie: varios medios publicaron textos sobre los túneles del templo en Guadalajara. “La arquitectura de la iglesia de la Hermosa Provincia está bien documentada desde hace décadas”, señala Gutiérrez Avelar, “la repetida insistencia en esta pregunta solo demuestra el deseo de presentar a La Luz del Mundo como algo secreto u oculto”.

Es común que en centros de poder con estructuras jerárquicas haya vías subterráneas que permitan a sus líderes moverse debajo de la superficie. Un antiguo colaborador de Samuel Joaquín que dio su testimonio a EL PAÍS a condición de mantener el anonimato asegura que uno de los encargos del padre de Naasón fue disponer de un sistema de túneles y pasadizos que le permitieran desplazarse por puntos clave de Hermosa Provincia lejos de la mirada de los fieles.

Esta red, de acuerdo con su testimonio, constaba de distintas rutas que conectaban, por ejemplo, la residencia del apóstol con la casa apostólica, una de sus oficinas. De su despacho, relata, se podía bajar a un sótano y llegar a otro túnel que iba hasta la parte posterior del templo. Allí Samuel podía observar lo que sucedía en el salón donde se reunían sus ministros, los principales encargados en la gestión de la iglesia, a través de un cristal que solo era visible a través de un lado: “Acostumbraba ir ahí porque era importante vigilar esa área”, dice. “Cuando le sugirieron poner una cámara de seguridad, él dijo que quería ‘estar ahí por si escuchaba algo que no le gustara’ para después salir a controlar la situación”, agrega.

De acuerdo a esta fuente, el sistema de túneles y pasadizos tenía el propósito principal de funcionar como “rutas de escape” y, aunque matiza que no es muy diferente a lo que se puede ver en centros de otras religiones, asegura: “Hermosa Provincia es un búnker”.

“No cualquiera entraba a los túneles, eran muy pocas las personas que teníamos acceso”, aseguró Sochil Martin, la exasistente que denunció haber sufrido abusos físicos y sexuales de parte de Samuel y Naasón Joaquín durante 22 años, en una entrevista con EL PAÍS a inicios de 2020.