«Thou wilt keep him in perfect peace, whose mind is stayed on thee: because he trusteth in thee». – Isaiah 26:3
«Thou wilt keep him in perfect peace, whose mind is stayed on thee: because he trusteth in thee». – Isaiah 26:3
¿entonces?... ¡¡¡Ay Dios, no era un sueño!!!
En la orilla de mi playa, cuando más echaba en falta la ternura femenina, esta aparición ¿no fue delirio?.
Yo que creí estar enloqueciendo de soledad, y no dije nada.
Callado, simplemente la observé hasta quedarme dormido. Y un cálido sueño de agua, sal y alegría me meció toda la noche.
¿entonces? aquellos juegos soñados bajo el mar, entre las rocas. Aquellas caricias, aquellos susurros... ¿No eran imaginados?.
Ahora me explico porqué desperté con una estrellita de mar en mi puño cerrado.
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“El alma humana es una caja de donde siempre puede saltar un payaso haciéndonos mofas y sacándonos la lengua, pero hay ocasiones en que ese mismo payaso se limita a mirarnos por encima del borde de la caja, y si ve que, por accidente, estamos procediendo según lo que es justo y honesto, asiente aprobadoramente con la cabeza y desaparece pensando que todavía no somos un caso perdido.”
- José Saramago, El Doble
Seguramente sí. Porque en realidad es un mito eterno que ronda por la cabeza de todos los hombres desde tiempo inmemorial.
La sirena es la versión femenina del principe azul. Aunque es curioso, o por lo menos a mi me lo parece, que cada uno de estos personajes tiene una vocación y una secuencia de acciones diferente.
Pero de eso hablamos otro día, si es que te interesa...
Adios, sirena.
Me pareció leerlo en este mismo tema hace muchas páginas, a eso me refería.
En cuanto al mito y la figura retórica de la sirena hay mucho por escarbar.
Saludos
“El alma humana es una caja de donde siempre puede saltar un payaso haciéndonos mofas y sacándonos la lengua, pero hay ocasiones en que ese mismo payaso se limita a mirarnos por encima del borde de la caja, y si ve que, por accidente, estamos procediendo según lo que es justo y honesto, asiente aprobadoramente con la cabeza y desaparece pensando que todavía no somos un caso perdido.”
- José Saramago, El Doble
“El alma humana es una caja de donde siempre puede saltar un payaso haciéndonos mofas y sacándonos la lengua, pero hay ocasiones en que ese mismo payaso se limita a mirarnos por encima del borde de la caja, y si ve que, por accidente, estamos procediendo según lo que es justo y honesto, asiente aprobadoramente con la cabeza y desaparece pensando que todavía no somos un caso perdido.”
- José Saramago, El Doble
La sirena es una figura de naturaleza fantástica cuyo mito nace en la Antigüedad. La etimología del término se ha puesto en relación con el vocablo púnico sir –canto– y el semítico seiren–hembra que fascina con sus cantos–. Su principal atractivo era su seductor canto de amor que ejercía sobre quien lo escuchaba una atracción fatal . Nació como símbolo de los peligros que entraña el abismo marítimo, pero en la Edad Media se asoció a la lujuria, la tentación y los peligros que encarna la sexualidad, porque eran seres volátiles como el amor, además de encarnar la falsedad, el engaño y la inconstancia.
Palabras clave: Sirena; Sirena-Pájaro; Sirena-Pez; Sirena de cola bífida.
Fuente
https://www.ucm.es/data/cont/docs/62...LasSirenas.pdf
“El alma humana es una caja de donde siempre puede saltar un payaso haciéndonos mofas y sacándonos la lengua, pero hay ocasiones en que ese mismo payaso se limita a mirarnos por encima del borde de la caja, y si ve que, por accidente, estamos procediendo según lo que es justo y honesto, asiente aprobadoramente con la cabeza y desaparece pensando que todavía no somos un caso perdido.”
- José Saramago, El Doble
“El alma humana es una caja de donde siempre puede saltar un payaso haciéndonos mofas y sacándonos la lengua, pero hay ocasiones en que ese mismo payaso se limita a mirarnos por encima del borde de la caja, y si ve que, por accidente, estamos procediendo según lo que es justo y honesto, asiente aprobadoramente con la cabeza y desaparece pensando que todavía no somos un caso perdido.”
- José Saramago, El Doble