El Festival del nacimiento del Sol inconquistado (Dies Natalis Solis Invicti) indicaba que nacía un nuevo sol que vencía a la oscuridad y que a partir del final del solsticio de invierno (21 de diciembre) los días iban a hacerse más largos. Este Festival corría desde el 22 al 25 de diciembre.
En el año 274 el emperador Aureliano convirtió en oficial el culto al Sol Invictus, junto a las otras tradiciones romanas. Los historiadores no están de acuerdo sobre el origen de este suceso: si fue una reinstauración del antiguo culto del Sol (Sol Indiges) del que ya se había abandonado su culto y que tuvo relativamente poca importancia, un nuevo comienzo de la divinidad de Elágabalo proveniente de la ciudad de Emesa en Siria alabada pocos años antes o algo completamente nuevo proveniente del Mitraísmo.
Este dios fue muy favorecido por los emperadores que siguieron a Aureliano, y apareció en las monedas acuñadas hasta la llegada de Constantino I. Después Juliano el Apóstata declararía a Helios como la única divinidad, y las otras divinidades quedarían como simples expresiones de este único dios. Durante el tiempo de este emperador la religión del sol se convirtió en la religión oficial dentro del imperio.
Y estos son los comienzos de la Navidad y la creencia popular sobre el nacimiento de Jesús.