El Hijo es el medio provisto. Le escuchamos por dos vias. La primera por la liturgia, por medio de Su Palabra en la Escritura y el otro medio, es por medio del Espiritu Santo, que es audible, que advierte , guia , aconseja.
Es esa voz interior inequivoca que siempre apela a nuestro ser en el amor, el gozo, la paz, la paciencia , la benignindad, la bondad, la fe, la mansedumbre y la templanza.