Elisabet
Jesús, el Hijo de Dios, atribuyó el más alto valor a la palabra de Dios al declarar:
“Tu palabra es la verdad”. A sus seguidores dijo:
“Si permanecen en mi palabra, verdaderamente son mis discípulos,
y conocerán la verdad, y la verdad los libertará”. (
Juan 17:17; 8:31, 32.)

Ciertamente esta palabra que Jesús recibió de su Padre es poderosa. Es la palabra de Dios.
Jesús, después de su muerte y resurrección y tras de ascender a la diestra de Jehová en los cielos,
reveló más de la palabra de su Padre, incluso una agradable descripción de las bendiciones de Dios
para la humanidad en la Tierra paradisíaca.


Después de eso, Dios dio al apóstol Juan la instrucción:
“Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas”.
Todas las palabras de las Escrituras inspiradas son “fieles y verdaderas”,
y traen beneficios inconmensurables a los que las siguen. (
Rev. 21:5.)