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tomas0402
Que los evangelios son libros doctrinarios no cabe ninguna duda. Y que mienten, resulta manifiesto.
Voy a comentan el arresto de Jesús narrado en el evangelio de Juan. Prácticamente todo lo que cuenta es mentira:
«Judas, pues, llega allí con la cohorte y los guardias enviados por los sumos sacerdotes y fariseos, con linternas, antorchas y armas.
4 Jesús, que sabía todo lo que le iba a suceder, se adelanta y les pregunta: «¿A quién buscáis?»
5 Le contestaron: «A Jesús el Nazareno.» Díceles: «Yo soy.» Judas, el que le entregaba, estaba también con ellos.
6 Cuando les dijo: «Yo soy», retrocedieron y cayeron en tierra.
7 Les preguntó de nuevo: «¿A quién buscáis?» Le contestaron: «A Jesús el Nazareno».
8 Respondió Jesús: «Ya os he dicho que yo soy; así que si me buscáis a mí, dejad marchar a éstos.»
9 Así se cumpliría lo que había dicho: «De los que me has dado, no he perdido a ninguno.»
10 Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al siervo del Sumo Sacerdote, y le cortó la oreja derecha. El siervo se llamaba Malco.
11 Jesús dijo a Pedro: «Vuelve la espada a la vaina. La copa que me ha dado el Padre, ¿no la voy a beber?»
12 Entonces la cohorte, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, le ataron
13 y le llevaron primero a casa de Anás, pues era suero de Caifás, el Sumo Sacerdote de aquel año».
(Juan 18:3-13 - Biblia de Jerusalén)
Y, ahora, el comentario:
«Judas, pues, llega allí con la cohorte y los guardias enviados por los sumos sacerdotes y fariseos, con linternas, antorchas y armas.
4 Jesús, que sabía todo lo que le iba a suceder, se adelanta y les pregunta: «¿A quién buscáis?»
Una cohorte son quinientos soldados, más los guardias enviados por los sumos sacerdotes, parece ser un número excesivo para apresar a un solo hombre. Además, según los evangelios, Jesús y sus discípulos eran un grupo de paz. No parece que los romanos consideraran a Jesús una persona pacifica, a juzgar por el despliegue efectuado.
«Le contestaron: «A Jesús el Nazareno.» Díceles: «Yo soy.» Judas, el que le entregaba, estaba también con ellos.
6 Cuando les dijo: «Yo soy», retrocedieron y cayeron en tierra.
7 Les preguntó de nuevo: «¿A quién buscáis?» Le contestaron: «A Jesús el Nazareno».
¿Cayeron a tierra todos los que fueron a detenerle, incluido Judas?
¿Fue un efecto dominó? Tropezó el que iba en cabeza y…
“Respondió Jesús: «Ya os he dicho que yo soy; así que si me buscáis a mí, dejad marchar a éstos.»
9 Así se cumpliría lo que había dicho: «De los que me has dado, no he perdido a ninguno.»
Una autentica mentira. Jesús no negoció la libertad de sus discípulos. El evangelista se lo inventa para hacer que se cumpla una profecía: “De los que me has dado, no he perdido a ninguno”.
Dos evangelistas evidencian esta mentira:
Marcos: “Y abandonándole huyeron todos”.
Mateo: “Entonces los discípulos le abandonaron todos y huyeron”.
Y la negación por tres veces de Pedro de conocerle, también lo evidencia: « ¡Mujer, no le conozco!».
“Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al siervo del Sumo Sacerdote, y le cortó la oreja derecha. El siervo se llamaba Malco.
11 Jesús dijo a Pedro: «Vuelve la espada a la vaina. La copa que me ha dado el Padre, ¿no la voy a beber?»”
Lo de Pedro y la oreja resulta completamente absurdo. ¿No era el grupo de Jesús la más clara expresión de humildad y amor?
Lo de: “Vuelve la espada a la vaina” lo dijo Jesús forzado por las circunstancias, no por pacifista. Poco antes había dicho: “Pues ahora, el que tenga bolsa que la tome y lo mismo alforja, y el que no tenga que venda su manto y compre una espada”.
Con quinientos soldados enfrente, lo aconsejable era recoger velas.
Y después de una intervención de soldados de esta envergadura, resulta ridículo decir que los dos crucificados con Jesús eran ladrones.
¡JA!