"A pesar de la animadversión hacia lo que representa la figura de Jesús -el fundador de un grupo que se apartaba y oponía a la enseñanza oficial de los maestros de Israel-, no resultaba posible negar que había realizado signos prodigiosos, por lo que el único motivo «razonable» para justificar la condena es considerarlos como actos de hechicería.
El hecho de que Jesús tuviera seguidores, que perseveraban en sus creencias hasta el momento en que fue escrito este pasaje, es aludido en la acusación de que «ha seducido y lleva a Israel por mal camino».

De otra parte, la noticia de que hubo una acusación de «hechicería», además de ser muy antigua y llegada por una vía totalmente independiente de las fuentes cristianas, tiene visos de verosimilitud histórica, ya que coincide con la acusación calumniosa contra Jesús mencionada en los evangelios de que Jesús tenía un pacto con Beelzebul (cfr. Mc 3,22). Si Jesús no hubiera hecho realmente signos portentosos, la tradición judía no habría hablado de que Jesús practicaba la hechicería, sino de que sus discípulos habían inventado los milagros.
Además, el relato del Talmud alude de paso a otras circunstancias que ayudan a aproximarse, junto con las demás fuentes, a algunos datos históricos.

En concreto, se afirma que fue ajusticiado «la víspera de la Pascua», esto es, en el tiempo en que estaba previsto sacrificar al cordero pascual, tal como lo hacen notar los evangelios.


Por otra parte, y es otra muestra del carácter genuino del pasaje (nada sospechoso de ser una interpolación cristiana en el Talmud), el redactor al hablar de la ejecución de Jesús no utiliza el verbo «fue crucificado», que es la fórmula más precisa, sino una expresión más genérica: «fue colgado», ya que al lector judío al que se dirige, esas palabras le pueden sugerir inmediatamente lo que dice la Torah: «el que cuelga de un madero es una maldición de Dios» (Dt 21,23) [21]."