La muerte de Jesús fue una sorpresa para todos, incluido él mismo.

Una vez que los evangelistas decidieron hacerle Hijo de Dios, pensaron que, como tal, debería haber sabido todo lo que sucedió, y se inventaron las predicciones hechas por Jesús.

Jesús nada dijo de su muerte, pues como todo mortal, desconocía el cuándo y el cómo. Tampoco sabía nada de la supuesta traición de Judas, por eso le prometió uno de los doce tronos.

Y como Jesús nada predijo, nada esperaban sus discípulos al final.