Asimismo, se ha asociada principalmente la existencia de este tipo de delirios místicos a la presencia de una intoxicación por drogas, alimentos o fármacos, algunas enfermedades médicas o psiquiátricas (incluyendo especialmente los trastornos psicóticos como la esquizofrenia), el dolor agudo o crónico (interpretable como una señal), o las demencias. Suele ser típico de personas que padecen lo que Emil Kraepelin denominó parafrenia, un trastorno psicótico crónico en que los delirios tienen carácter relativamente fantasioso y en que salvo en la temática en cuestión la personas no presenta grandes alteraciones.

Tratamiento de este tipo de delirios

El tratamiento de un delirio, independientemente de su tipo, es complejo y relativamente lento. Y es que todos tenemos tendencia a mantener nuestras creencias de forma más o menos firme. Ello hace que las experiencias delirantes, que para quienes las tienen representan mejor la realidad que otras, se intenten perpetuar y los intentos de modificación directa sean directamente rechazados. Asimismo los sesgos interpretativos de los fenómenos que ocurren hacen que el sujeto refuerce su ideación delirante.

En todos los casos en primer lugar es necesario estabilizar al paciente si estamos ante un trastorno psicótico o bien combatir el agente infeccioso o tóxico si estamos ante una infección o intoxicación de algún tipo. Una vez empezado el proceso psicológico se requiere primeramente vencer la actitud de vigilancia y aversividad del paciente hacia el terapeuta y ganarse su confianza, sin realizar una confrontación directa con sus creencias delirantes. Se busca fomentar la relación terapéutica y lograr acceder poco a poco y a medida que se aumenta la confianza al núcleo de la ideación.

Se plantea que el paciente vaya poco a poco haciendo introspección y visualizando qué le ha llevado a pensar de tal manera. Generar un aumento de la comunicación y poco a poco ajustando los procesos de pensamiento hacia un esquema de la realidad más adaptativo.

El tipo de entorno que tenga el paciente también puede llegar a tener un papel relevante en su tratamiento, debido a que es posible que en sus inicios la sintomatología no sea considerada aversiva hasta pasado un tiempo prolongado. Ello aumenta el riesgo de cronicidad y consolidación del delirio. En este sentido algo de psicoeducación al entorno referente al problema que el sujeto presenta (siempre respetando las creencias religiosas que posean), podría ser beneficioso tanto para éste como para el paciente.