La vida en Baixada Fluminense
A los capos de la droga que se encuentran encarcelados, el desarrollo de relaciones positivas con los pastores locales de Río les ayuda a afianzar su poder cuando salen en libertad.

El centro de la violencia evangélica relacionada con el tráfico es Baixada Fluminense, un conjunto de municipios en los suburbios pobres del norte de Río.

Los traficantes conversos controlan muchas de las favelas de la ciudad. El centro de la violencia evangélica relacionada con el tráfico es Baixada Fluminense, un conjunto de municipios en los suburbios pobres del norte de Río.

Durante los últimos cien años, esta zona ha recibido olas migratorias provenientes del norte y el noreste de Brasil, donde abundan las religiones afrobrasileñas. En Baixada Fluminense existen actualmente al menos 253 terreiros Candomblé y Umbanda, más que en cualquier otro municipio del estado.

Baixada Fluminense es, además, una de las zonas más peligrosas de Río. Las tasas de homicidios han disminuido levemente en la mayor parte de la ciudad durante la última década, pero no en Baixada Fluminense. Según el Instituto de Seguridad Pública, 1.486 de los 4.197 homicidios registrados en el estado en 2017 ocurrieron en dicha zona.

Descrita por sus habitantes como un “Oeste salvaje”, en esta área operan funcionarios públicos corruptos que llevan muchos años trabajando con milicias y grupos mafiosos para intimidar a sus rivales. Esta práctica - llamada “clientelismo” - permite a los narcotraficantes, evangélicos o no, operar impunemente.

Las reacciones
Los funcionarios del estado de Río de Janeiro observan con preocupación esta nueva fuente de violencia. Tras los ataques a los terreiros afrobrasileños en Nova Igaçu, un municipio en Baixada Fluminense, se puso en marcha la Comisión Conjunta de Apoyo a las Víctimas de Ataques Contra las Instituciones Religiosas.

En coordinación con una nueva fuerza especial creada recientemente para luchar contra los crímenes raciales y la intolerancia, esta comisión estatal tiene como objetivos trazar un mapa de la violencia religiosa y resolver los casos pendientes, incluidos los que involucran a los narcotraficantes evangélicos, y hacer recomendaciones para prevenir la violencia que se lleva a cabo en nombre de Dios.

También los creyentes están reaccionando. En septiembre de 2017, participaron en la 10ª Marcha Anual de Río por la Libertad Religiosa unas 50.000 personas, el número más elevado de participantes desde su creación. La icónica playa de Copacabana se llenó de evangélicos, católicos, bahaíes, budistas, judíos, hare krishnas y miembros de otras religiones - todos vestidos de blanco en solidaridad con los afrobrasileños.

En la diversidad religiosa brasileña hay conflicto, es cierto - pero también hay unidad.