Los romanos tenían la costumbre de clavar o atar a un madero
a los condenados mientras todavía estaban vivos
También era su costumbre, como sucedió en el caso de Jesús, clavar las manos
Y LOS PIES
Puesto que los anatomistas siempre han considerado que
las muñecas son parte de las manos,
algunos médicos piensan que los clavos
se introdujeron entre los huesecillos de las muñecas
para evitar el desgarro que se hubiese producido
de haberlos clavado en las palmas.
(Véase The Journal of the American Medical Association,
21 de marzo de 1986, pág. 1460.)