“El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí”;
(Mateo 10:37 Reina-Valera 1960)
No, Jesús. No voy a amar a mis padres menos que a ti. No voy a amar a mis hijos menos que a ti. Porque está en el ADN de mi naturaleza, al margen de mi voluntad. Ellos son mi tesoro más querido.
“Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas”; (Mateo 11:29 Reina-Valera 1960)
¿Por qué tenemos que llevar ninguna carga ni ningún yugo en añadidura a los que ya de por sí nos impone la vida? No es lógico que tú, que te proclamas nuestro salvador, nos impongas más cargas. Si en realidad eres «salvador», sálvanos de las que ya tenemos y no nos impongas más.
“De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino”. (Mateo 16:28 Reina-Valera 1960)
“[…] y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén. (Mateo 28:20 Reina-Valera 1960)
Además, eres un farsante. Prometiste cosas que nunca cumpliste.
Tú no estuviste con tus apóstoles, como prometiste. Ellos murieron asesinados.
Tú, posiblemente, tuviste alguna razón para morir; ellos ninguna.
Hiciste con ellos lo que el Padre hizo contigo: Abandonarlos al final.
La Verdad nos hará libres.