La mayoría de los cristianos, como se trata de una religión heredada, no se han dado cuenta de las incongruencias en que incurre su dios (o dioses).

Uno de sus mandamientos es “No matar”.

Pero precisamente ese dios, continuamente da órdenes a los hebreos para que infrinjan esa ley:

“El Señor le dijo a Moisés: 2 «Antes de partir de este mundo para reunirte con tus antepasados, en nombre de tu pueblo tienes que vengarte de los madianitas». (Números 31:1-2 NVI)

“Maten a todos los niños, y también a todas las mujeres que hayan tenido relaciones sexuales, 18 pero quédense con todas las muchachas que jamás las hayan tenido”.
(Números 31:17-18 NVI)


Bueno, esto último lo dice Moisés, pero representa a Jehová.

Luego aparece un tal Jesús, hijo del dios mencionado anteriormente, y el muy hipócrita suelta esta parrafada:

“Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. 22 Pero yo os digo que cualquiera que se enoje con su hermano será culpable de juicio; y cualquiera que diga a su hermano: Raca, será culpable ante el concilio; y cualquiera que diga: Insensato, quedará expuesto al fuego del infierno”. (Mateo 5:21-22)

(Exigir a los demás lo que uno no hace).

¿Pues no estabas tú metido, con tu padre Jehová, en el asunto de los madianitas?

Los cristianos consideran a Jesús hijo de dios. Sin él no se hizo nada.

¿Cómo es que todos los pueblos que habitaban las tierras prometidas a los hebreos eran malignos a los ojos de tu padre?

¡Qué casualidad!

Por aquel entonces toda la tierra estaba habitada, y al dios Jehová solamente le caían gordos los de la tierra de Canaán y sus alrededores.

Posiblemente desconociera que había más pueblos.