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KIMO
Antes de volver al cielo, Jesús les dijo a sus discípulos:
“Serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta la parte más lejana de la tierra” (Hech. 1:8).
Y así fue. Después de la muerte de Esteban,
estalló una gran persecución en la ciudad de Jerusalén,
así que los cristianos que vivían allí se esparcieron por las regiones de Judea y Samaria.
Pero siguieron predicando en los lugares adonde fueron,
y muchas personas se hicieron creyentes, entre ellas algunas de Samaria (Hech. 8:1-13).
Más adelante, los discípulos predicaron a gente de las naciones, es decir, a los que no eran judíos (Hech. 10:1-48).
Gracias a toda esta labor, muchos se hicieron cristianos
y se formaron congregaciones fuera de Jerusalén (Hech. 11:19-21; 14:21-23).