Aunque Dios dio la ley al pueblo de Israel, era para todos los pueblos del mundo. Y Dios no mandó sacrificios, pues lo que Dios siempre quiso fue la misericordia, como enseña el Evangelio y como te ha dicho:
"Si hubierais comprendido qué quiere decir: "Misericordia quiero, y no sacrificios", no condenaríais a los inocentes" (Mateo 12:7)