Este no podrá extraviar a ninguno de los resucitados
ni de los supervivientes de la gran tribulación, pues durante este tiempo
estará sumido en un estado de inactividad (Revelación 20:1-3).
Seguro que mil años nos parezcan una eternidad,
pero a los ojos de Jehová son “como un día” (2 Pedro 3:8).