una pareja de campesinos fue a visitar al rector de la universidad de Harvard.
Hablaban un inglés muy vulgar, y vestían pobremente.
El rector los recibió amablemente, ya que eran los padres de un alumno que había fallecido trágicamente en el campus.
Los campesinos explicaron al rector que, en agradecimiento de los infructuosos intentos de revivirlo, querían hacer un regalo a Harvard.
"Señor rector, queremos hacer un regalo a la universidad, y pensábamos con mi mujer, regalar un edificio en memoria de nuestro hijo".
Muchas gracias por su oferta, pero, sepa usted, que un edificio cuesta mucho dinero.
"¿cuánto?, preguntó la mujer".
"Varios millones de dólares" respondió el rector.
"¿solo eso?" exclamó el campesino,
"Vamonos, querida, dice, y fundemos nuestra propia universidad ya que resulta tan barato."
El campesino se despidió cortésmente.
El rector se despide de la misma forma y les dice en la puerta de su oficina:
"Señor y señora Stanford: Les deseo mucha suerte en su hermosa idea.".