Una noche mas en este páramo solitario, conocido; adoptado como el hogar de esto que soy.

La misma condena de siempre: despertar al sueño en el sitio de siempre, bajo el panorama de siempre, con la incertidumbre de siempre.

Sin embargo, dentro de todo, o mas bien dentro de esta nada sucede algo excepcional: ¡ siento !.

Y así, sintiendo. O soñando que siento, escuché una dulce voz femenina que empezó a entonar esta canción. Esta canción.

"Me he dado cuenta de que miento.
Siempre he mentido,
siempre he mentido.

He escrito tanta inútil cosa,
sin descubrirme,
sin dar conmigo.


No amar en seco, con tanto dolor,
es quizá la última verdad
que queda en mi interior,
bajo mi corazón.

No sé si fue que malgasté mi fe
en amores sin porvenir,
que no me queda ya
ni un grano de sentir.

Yo sé que a nadie le interesa
lo de otra gente con sus tristezas.


Esta canción es más que una canción,
y un pretexto para sufrir.
Y más que mi vivir,
y más que mi sentir.

Esta canción es la necesidad
de agarrarme a la tierra al fin,
de que te veas en mí,
de que me vea en ti.


Yo sé que hay gente que me quiere.
Yo sé que hay gente que no me quiere
."

Por supuesto, eras tu quien cantaba. Al menos eso supongo, que eras tú.

Esta vez no te pude ver. El bosque estaba obscuro, tu voz resonó al compás del viento, y de la lluvia incesante. Luego se apagó.

Por último, tomé conciencia de algo: No se quien eres tú.