Tengo muchas compañeras que son amigas y colegas, muy pocas de ellas fueron exnovias. Sin embargo, una de ellas con las que tuve una buena relación que concluyó en una excelente amistad me pidió que si conocía a una correctora de estilo y con la buena experiencia que había tenido le recomendé a la chica que he venido relatando en esta historia. Así que le di sus datos y ambas conectaron para ver la revisión de un artículo que estaba desarrollando esta chica que había sido mi ex.

Así que ella comenzó a trabajar junto a mi colega, en enderezar su artículo. Mi intención no fue mala, pero no contaba conque mi colega, un poco especial, se puso a averiguar que relación tenia la chica conmigo. La convocó a su centro de trabajo, en una universidad privada y comenzó con el sondeo para terminar ya en un interrogatorio directo. Según me contó su versión llegó en el momento en que le preguntó directamente si me quería y ella le contestó que si. No sé que revuelo comenzó en la cabeza de mi colega, que un día me citó en un café por allá al sur de la ciudad. Cuando iba ya para allá, con la intención de conversar, me enteré que la chica de este relato en cuestión había sido invitada también. Y esto que a veces es medio raro en las mujeres, mi colega, pienso tenía planes para mi, pero no nos veíamos hace meses, además de que simplemente nos tratábamos de amigos, ya no había nada de lo que había sucedido entre nosotros según yo.

Cuando llegué logró su objetivo, vernos juntos a ver que sucedía. Obviamente nada, porque no habíamos pensado en realidad, avanzar en esta relación. Sorprendidos por esta pues cuasi escena de juntarnos para ver que nos traíamos, terminamos comentando todo lo que había sucedido desde la citó en el trabajo hasta la escena del café. La chica se regresó conmigo y la llevé hasta su casa en mi auto, dejándola en la puerta. Era la segunda vez que nos involucraban como pareja cuando en realidad no lo éramos aún, pero a ambos, los celos de mi colega nos sembró esa idea de ¿por qué no intentarlo? Al dejarla en la puerta nos despedimos un tanto perplejos por lo que había sucedido.

Y eso nos dejó girando en el ¿Por qué, no? Días más tarde ella se presentó a mi trabajo con un vestido muy sexy de color azul, con abotonadura en la parte frontal. Iba bien arreglada y maquillada, y ella esperaba que le diera un aventón a su casa. Se sentó en una silla, mientras yo guardaba mis cosas, para prepararme a llevarla a su casa, cuando cruzó la pierna y me vio con sus ojos oscuros encendidos. No sé, es cuando presientes que busca que te acerques y que pase algo más. En esos momentos siempre te entra un vértigo, entre si será una mala corazonada o si realmente interpretas correctamente lo que ella estaba pidiendo. El mundo es de quién se atreve así que cedí a mi impulso me acerqué de frente a ella y cuando vi que me miraba de esa forma que sabes que es la llave que te posibilita la entrada, me acerque más a su boca y cuando ella cerró sus ojos le planté el beso inicial y la respuesta, el accionar de sus labios sobre los míos y el tierno abrazo de respuesta me confirmó mi sospecha, fue un beso estupendo al que siguió nuestra primera preciosa y hermosa relación. Ella me dedicó un poema de ese día cuando acudimos a un hotel que tenía como decoración relojes. Nos tomamos fotos frente al espejo y el rostro de las mismas, que aún poseo, refleja en ella una felicidad que era muy correspondida por mi. De regreso nos despedimos con muchos tiernos y a la vez apasionados besos. Los días siguientes me envió un poema que les comparto:


Esta piel que habito me dice más de ti que de mí.
las sombras de los minutos generan lapsos de recuerdos
donde estábamos en el tiempo,
mirando relojes,
sorteando obstáculos.
Te miro en estos instantes,
aunque no estés,
aunque te encuentres a lo lejos,
porque me vives,
porque me piensas.
Hoy te pienso y me pienso a tu lado
en lejanías,
en mañanas y ayeres
donde no te concebía con deseo,
donde eras un fiel reflejo de una realidad incierta.
Hoy nos pertenecemos
Y nos hacemos fuego
nos purificamos sin arder
con la sensatez del presente.
Los tiempos nos marcan el tic tac del te quiero
de la vista en tu cuerpo,
de la lubricidad que me produce tu recuerdo.
Me veo en el cielo de tus ojos
y reconozco aquello que en mí me gustaría hallar.
Me pierdo en el cielo de tu mirada y encuentro a quien estaba perdida,
más allá de las distancias.