Me pregunto el porqué en el Antiguo Testamento la palabra Jehová figura más de 5000 veces, y en el Nuevo Testamento no figura ninguna.
¿Pues no era JEHOVÁ el nombre de Dios?
La Verdad nos hará libres.
Todo cristiano aspira a entrar en el reino de los cielos cuando muera. Esa es la promesa de Jesús.
A este respecto quiero manifestar lo siguiente:
En el AT no figura la expresión “reino de los cielos”.
En el NT:
Mateo la menciona 33 veces.
Lucas la menciona una sola vez.
Los demás escritos, nada.
Diera la sensación que Mateo se quedó con la exclusiva.
La Verdad nos hará libres.
En honor a la verdad, Lucas lo menciona tres veces.
(Al menos así aparece en la RVA).
Lucas.07:28
-- Porque os digo que entre los nacidos de mujeres, no hay mayor profeta que Juan el Bautista: mas el más pequeño en el reino de los cielos es mayor que él.
Lucas.10:11
-- Aun el polvo que se nos ha pegado de vuestra ciudad á nuestros pies, sacudimos en vosotros: esto empero sabed, que el reino de los cielos se ha llegado á vosotros.
Lucas.14:15 -- Y oyendo esto uno de los que juntamente estaban sentados á la mesa, le dijo: Bienaventurado el que comerá pan en el reino de los cielos.
En la biblia TNM, Lucas no lo menciona.
Menciona en cambio "reino de Dios".
Jamás comprenderás la inmensidad de La Nada.
Yo he sacado estos datos de la Biblia Reina Valera 2009, que es la que uso porque me resulta más manejable.
Cielo y Dios son palabras diferentes, y pienso que en el idioma en que fueron escritos los evangelios, existiría un vocablo para cada una de estas palabras.
Lo que está claro es que, si la Biblia está inspirada por Dios, la palabra de Dios está manejada por los traductores a su capricho.
La Verdad nos hará libres.
Pienso que resulta evidente que Dios no tiene ningún interés en que el hombre sepa de Él. Se supone que es omnipotente, por lo tanto le resultaría fácil.
Según los cristianos, se hizo hombre para salvarnos de la pena del pecado, y que todos le conociéramos. Resulta incongruente que de su paso por este mundo y de sus milagros, no haya quedado evidencia alguna.
La Verdad nos hará libres.
Sería bueno que se pudiera opinar en este foro sin recibir por parte de los creyentes calificativos, como hipócrita o deshonesto, por mantener opiniones contrarias a sus creencias.
Este no es un foro de Física, donde hay leyes específicas que no dependen de nuestra opinión. Este es un foro que se sustenta en las creencias de cada uno, no teniendo nadie la facultad de poder demostrar nada.
Tenemos la libertad de opinar sobre cualquier asunto, pero debemos respetar a las personas. La moralidad y rectitud de las personas son ajenas a sus creencias, y situarse por encima de los demás tiene mucho que ver con la soberbia.
La Verdad nos hará libres.
Sería bueno. Pero eso es muy difícil de lograr.
Cuando enfrentas a un creyente con sus propias creencias, su más frecuente forma de reaccionar es como lo describes.
En particular cuando les preguntas que porqué no le hablan al monte, para que se quite de su camino.
Ese punto, una suerte de pulga en la oreja, es un detalle que, interpretado de forma literal o simbólica, ni siquiera tratan de hacerlo.
Sea un cerro de piedras, sea un cerro de satanases.
Jamás comprenderás la inmensidad de La Nada.
Mis padres murieron relativamente jóvenes; setenta y dos y setenta y tres años
Para ambos la muerte fue una liberación. En sus últimos años, padecieron dolores horribles.
Mi madre sobrevivió a mi padre cinco años.
Ningún médico ni medicamento alivió sus dolores de cabeza.
Dos años antes de morir mi madre me dijo:
- Tomás, hijo; me han dicho que en el pueblo X hay un curandero que ha sanado a mucha gente. Por favor, llévame.-
- Madre; todo eso son mentiras-, le dije.
- Por favor, llévame. Yo creeré en cualquier persona que me alivie este dolor.-
A pesar de que yo nada creía en estas cosas, un día llevé a mi madre al curandero.
Le recetó unas hierbas, que se las tuvo que comprar a él; y le dijo que volviera a los veinte días. Lógicamente, tuvo que aportar un donativo voluntario, cuya cuantía influía en el efecto de las hierbas.
Pasados los veinte días, volví a llevar a mi madre al curandero, que le recetó nuevas hierbas (pagadas), con el consabido donativo voluntario.
Yo preguntaba de vez en cuando a mi madre, cómo se encontraba de los dolores, y me contestaba que no notaba mejoría alguna.
Pasados otros veinte días, volví a llevarla al curandero. Mi madre le dijo que no había notado mejoría alguna desde que iba a su consulta.
Estas fueron las palabras del curandero.
- ¡Concha (Concepción se llamaba mi madre), cómo vas a notar mejoría, si desde la primera vez he notado que no tienes fe en mí. Tienes que tener fe en mí, para curarte!-
Mi madre le contestó que, para qué le había vendido unas hierbas, si lo que curaba era la fe.
No volví a llevarla al curandero, por deseos de ella.
¿Por qué esta vivencia nunca se aparta de mis recuerdos?
La Verdad nos hará libres.