Debes examinar tu conciencia para que puedas descubrir si tú amas la verdad del Evangelio o es que odias terriblemente el Evangelio.
¿Nada más hay estas dos sopas? O sea, ¿los MILES de millones de seres humanos que nacieron en otras culturas y religiones ajenas al cristianismo no cuentan? Ellos ni aman ni odian los evangelios, sencillamente, no los conocen...