Así como me ha amado el Padre
y yo los he amado a ustedes (Juan 15:9).
En todo lo que hizo, Jesús reflejó a la perfección
el profundo amor que Jehová siente por nosotros (1 Juan 4:8-10).
Por encima de todo, el amor lo impulsó a dar su vida a favor nuestro.
Seamos ungidos o de las “otras ovejas”,
nos beneficia el amor que Jehová y su Hijo nos han mostrado
mediante ese sacrificio (Juan 10:16; 1 Juan 2:2).
Veamos también cómo se perciben
el amor y la consideración de Jesús por sus discípulos
en la propia celebración de la Cena del Señor.
Jesús no les mandó a sus seguidores ungidos
celebrar un complicado ritual, sino una cena sencilla.
A lo largo del tiempo, han tenido que conmemorar su muerte
todos los años en diferentes circunstancias,
a veces incluso en prisión (Rev. 2:10).
¿Han logrado obedecer el mandato de Jesús?
Por supuesto que sí.
Los cristianos verdaderos siempre han hecho lo posible
por conmemorar la muerte de Jesús.
LO QUE YO ENSEÑO NO ES MIO
PERTENECE AL QUE ME ENVIO” (Juan 7:16.)