Existen objetos, entidades o estructuras autoconsistentes y autosuficientes que no deben su naturaleza ni sus características a ninguna decisión externa a ella y no pueden ser modificadas, son como son, y el ser humano solamente puede descubrirlas, están donde están desde mucho antes que un ser humano las descubriera.

Entidades autónomas de ese tipo, por ejemplo, es el número PI o las propiedades de los números primos, o los cinco poliedros regulares o la constante de estructura fina y cientos de otras constantes que definen el funcionamiento preciso de todas las cosas desde las amebas al hombre, desde un atomo a una galaxia.

No se puede racionalizar NADA respecto a los cinco poliedros regulares, por dar un ejemplo, solo se puede reconocerlos, sorprenderse que solo sean cinco y ponerlos en evidencia con alguna herramienta, que sí es producto del raciocinio, por ejemplo, los números, las ecuaciones o los teoremas, pero más que eso, no se puede hacer nada, esas entidades han estado y seguirán estando cuando no haya nadie para observarlas.

Esas entidades matemáticas autónomas, tienen tales rasgos de perfección que los filósofos los consideran entes necesarios, los cuales son como son por si mismos, nunca fueron de una manera distinta ni nunca serán diferentes.


Son las huellas digitales del Diseñador.