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El profeta Isaías predijo que Cristo, con su sufrimiento y muerte, borraría nuestros pecados.
(Isaías 53:5, 10) Sin embargo, lo traspasaron por nuestros pecados; lo aplastaron por nuestros errores. Él soportó el castigo para que nosotros tuviéramos paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados. Pero fue la voluntad de Jehová aplastarlo, y él permitió que se enfermara. Si tú presentas su vida como ofrenda por la culpa, él verá su descendencia y prolongará sus días, y mediante él se cumplirá la voluntad de Jehová.
Jesús lo sabía y estuvo dispuesto a “dar su vida como rescate por muchos” (Mateo 20:28 BC).
Gracias a su sacrificio podemos ser liberados del pecado y la muerte y recuperar lo que Adán y Eva perdieron cuando pecaron: la posibilidad de vivir para siempre en la Tierra en condiciones perfectas.
(Apocalipsis 21:3, 4) Luego oí una voz fuerte que salía del trono y decía: “¡Mira! La tienda de Dios está con la humanidad. Él residirá con ellos y ellos serán su pueblo. Dios mismo estará con ellos. 4 Y les secará toda lágrima de sus ojos, y la muerte ya no existirá, ni habrá más tristeza ni llanto ni dolor. Las cosas anteriores han desaparecido”.
Última edición por Josejw; 18-dic.-2019 a las 12:45
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