¿y no debieses predicar con el ejemplo, y respetar lo que yo interpreto?
Pero no, lo único que hay (según tú) que respetar son los desvaríos tuyos y los de tus damas de compañía.
Pues déjame decirte que tu ni siquiera respetas lo que más vociferas: no respetas el evangelio. Lo tergiversas, omites partes intencionamente, y te quedas pegado como los consumidores de crack.
Jamás comprenderás la inmensidad de La Nada.