Cuando Pablo se acercaba a Damasco, Cristo se le reveló en una luz brillante
y lo comisionó para que le sirviera y fuera testigo
de las cosas que había visto y aún estaba por ver.
Aunque los acompañantes de Pablo también cayeron al suelo
debido a esta manifestación y oyeron el sonido de alguien que hablaba,
solo Pablo entendió las palabras y fue cegado,
por lo que se hizo necesario llevarlo de la mano hasta Damasco
De modo que Ananías fue, entró en la casa, puso las manos sobre él y le dijo: “Saulo, hermano, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por el que venías, me ha enviado para que recuperes la vista y quedes lleno de espíritu santo”. 18 De inmediato cayeron de sus ojos lo que parecían escamas y él recuperó la vista. Entonces se levantó y fue bautizado, 19 comió algo y recobró las fuerzas.