
Iniciado por
tomas0402
Creo que la mayoría de las religiones cristiana están viviendo a la sombra de la religión católica. Por su número de creyentes, o adictos o seguidores, tiene mucha representatividad en los organismos internacionales.
Con lo cual quiero decir que la palabra cristiano se asocia posiblemente con la iglesia católica, sin ser así en la realidad.
Digo esto por que de ser así, os estarían salpicando crueldades sin que fuerais conscientes de ello.
Quiero aclarar que todo cuanto digo sobre este asunto, lo he sacado de libros escritos por personas instruidas, que estudiaron y averiguaron los hechos de aquella época.
La iglesia católica, en el devenir de la historia, solamente ha tenido un objetivo: avanzar; aunque haya tenido que ir dejando, en las cunetas del camino cadáveres. Muchos cadáveres ideológicos y de los otros.
Tenía un método que siempre le resultó: los concilios.
En ellos, los oponentes era tachados de herejes, y toda la maquinaria religiosa y estatal (siempre halagada ésta por los obispos), se encargaba de destruirlos.
No quedaban ni sus escritos para la posteridad.
Así sucedió con Arrio en el Concilio de Nicea (325) y en el Constantinopla (381).
En el concilio de Nicea, cuando estaba exponiendo su tesis el
defensor del arrianismo, le fueron quitados los papeles de las manos y arrojados al suelo. No hubo defensa posible.
Después de ser declarado herejía, todos los libros fueron quemados.
La Iglesia católica salió muy “beneficiada” de este concilio, tanto que Constantino, sin hacerse cristiano, se convirtió en el brazo ejecutor que respaldaba sus intereses (tú me das, yo te doy).
Véase un ejemplo.
«Además, si se encuentra algún escrito sobre Arrio, podría ser arrojado al fuego, por lo que no solo se borra la maldad de su enseñanza, sino que no quedará nada para recordarlo. Y por esto hago una orden pública de que si se descubriese que alguien esconde un escrito compuesto por Arrio, y no lo lleva inmediatamente a su destrucción por fuego, la pena será la muerte. Tan pronto como se descubra su ofensa, él podría ser sometido a castigo capital [...].»
(Edicto del emperador Constantino contra los arrianos.)
Y lo más curioso, pasajes en los que se sustentaba Arrio, siguen estando en los escritos de la Biblia.