Hay que reconocer que el evangelista Mateo tiene una imaginación fuera de lo común.
Con creces supera a los otros tres evangelistas a la hora de contar los hechos. Incluso narra hechos que los otros ignoran.

Ya en la primera parte de su evangelio da muestras de que iba a por todas. Si alguna profecía queda sin cumplir, tiene fácil solución: se inventa un hecho que coincida con la profecía. Por lo tanto: profecía cumplida.
Dos evangelistas dicen que Jesús nació en Nazaret. Mateo dice que nació en Belén, porque existe una profecía que así lo dice:

“Y tu, Belén, de tierra de Judá, no eres la mas pequeña entre los príncipes de Judá; porque de ti saldrá un guiador, que apacentará a mi pueblo Israel.”
Diciendo que Jesús ha nacido en Belén, profecía cumplida.

Otra profecía:
“Voz fue oída en Ramá, grande lamentación, lloro y gemido; Raquel que llora por sus hijos, y no quiso ser consolada, porque perecieron”.
Matanza de los inocentes, profecía cumplida.

Sobre este suceso, hago notar que el historiador Flavio Josefo, a quien Herodes no le caía bien, nada cuenta de la muerte de los inocentes.

Otra profecía:
“De Egipto llamé a mi Hijo.”
Huida a Egipto, profecía cumplida.

También narra la visita de los Reyes magos, que venían de oriente guiados por una estrella.

Mateo no solo narra el hecho; también a continuación avisa: “... Y esto sucedió así para que se cumpliera esto otro”.

El resto de los evangelistas nada dicen de todo esto.
Lucas sí dice lo de Belén.

Seguimos leyendo y llegamos a la crucifixión y muerte de Jesús.
Entre otros acontecimientos, echa mano a su efecto especial preferido: los terremotos. “…y la tierra tembló y las rocas se partieron; y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido se levantaron; y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de Jesús, vinieron a la santa ciudad y se aparecieron a muchos.”
Sucesos que, aún siendo creyente, cuesta trabajo asimilar.

Seguimos leyendo y llegamos a la resurrección de Jesús.
Tres evangelistas dicen que cuando las mujeres llegaron al sepulcro, la piedra de la entrada había sido removida.
¿Quién se destaca nuevamente contando los hechos?
Si has pensado en Mateo, has acertado.
Y, como siempre, con su efecto especial preferido: el terremoto.

“Y PASADO el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, vinieron María Magdalena y la otra María a ver el sepulcro. Y he aquí, hubo un gran terremoto, porque un ángel del Señor, descendiendo del cielo y acercándose al sepulcro, removió la piedra y se sentó sobre ella. Y su aspecto era como un relámpago, y su vestido blanco como la nieve. Y de miedo a él los guardias temblaron y se quedaron como muertos. Y respondiendo el ángel, dijo a las mujeres: No temáis vosotras, porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, porque ha resucitado, así como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor.”

Lo narrado por Mateo da a entender que las dos Marías fueron testigos de todos los acontecimientos sucedidos:
Terremoto.
Bajada del ángel.
Ángel removiendo la piedra.
Ángel vestido de blanco como la nieve.
Los guardias se quedaron como muertos por el susto.

Cabe suponer lo siguiente: Si las mujeres vieron descender al ángel y remover la piedra; y el Ángel les dijo que Jesús ya no estaba allí; Jesús tuvo que salir antes de remover el ángel la piedra.
Las historias de Mateo.