El “Jansenismo” se inclinaba por la predestinación en lugar del libre albedrío. En España la discusión teológica va por otro derrotero. Se trata de que el poder del Rey este por encima del que tiene el Papa en lo temporal. Aunque a veces no se distinga bien el terreno espiritual. Sirva de ejemplo el caso del agustino Enrico Noris. Para atacar los escritos del jesuita Luis de Molina, al que me he referido en aporte anterior escribe “Historia Pelagiana”. La Compañía de Jesús trata de poner la obra en el Índice. Diversos papas defienden su ortodoxia. La España de Fernando Vl hace caso omiso gracias a que el confesor del rey es un jesuita. Esto indigna a las demás órdenes religiosas. De esta lucha que dura varios años nacerá en 1758 “Historia del famoso predicador Fray Gerundio de Campazas” escrito por el jesuita, Jose Francisco de Isla. Sátira que refleja bien el climax entre las órdenes.
Desde el último tercio del siglo XVll en Francia los obispos proclamaron los principios galicanos. Establecían la independencia del poder temporal del espiritual. Sostenían además que las declaraciones del Papa en materia de fe estaban sometidas a la última decisión del Concilio General. Ideas que se extienden a otros países católicos. Así el obispo “Febronius” resucita el proceso de la Edad Media de la infalibilidad papal. Lo considera ilegal. En 1760 Portugal lo tiene en cuenta. España cinco años más tarde por medio de la obra “Tratado de la regalía de la amortización en el que se demuestra, por la serie de varias edades desde el nacimiento de la Iglesia en todos los siglos y países católicos” quiere hacer vigente el uso constante de la autoridad civil para impedir las ilimitadas enajenaciones de bienes de bienes raíces en las iglesias, comunidades y otras “manos muertas”. Richard Herr asi se expresa en “España y la Revolución del siglo XVlll.
Lo expuesto hasta ahora hace pensar a Carlos lll que el malestar causado por el Catecismo de Mesenghuy es obra de los jesuitas ligados al papa por el cuarto voto. La Iglesia española se halla muy dividida con la polémica de Noris. En menor escala, la afrenta que supone para el Rey el que la Compañía de Jesús se opusiesen a la canonización del Obispo de Puebla, Juan de Mendoza y Palafox, del que trate en aportes anteriores. Había cerrado 31 parroquias franciscanas y tuvo conflictos con los jesuitas a causa de licencias ministeriales y pagas de diezmos al obispado. En realidad conflictos con la Corona en cuestión de regalías.
En esas tensiones Ricardo Wall decide arrojar a los jesuitas de América. Es hombre imbuido del concepto galicano que acabo de explicar y seguidor de las politicas de Tanucci, mentor de Carlos lll desde sus tiempos en Nápoles. El rey que en un principio se habia opuesto a la publicación en España del Catecismo Mesenghuy y encierra en un monasterio al inquisidor general por persistir en querer publicarlo (tras pedirle perdón mas tarde lo deja libre) no ve con buenos ojos la propuesta de Ricardo Wall, por lo que este último dimite.
En el nuevo ministerio que se forma entran el marques de Esquilache como Secretario de Guerra y Hacienda y el marques de Grimaldi(habia intervenido en gobierno de Felipe V) en el puesto de Secretario de Estado. Es un tiempo de estrecha amistad con Francia que lleva a los españoles a la Guerra de los Siete Años. Por ella la Florida pasa a manos inglesas. Con razón o sin ella se culpa a los ministros italianos. Para colmar el vaso se produce una inflación con la llegada del oro acumulado en América durante la guerra. Las cosechas son malas entre 1763/65 y el pueblo culpa a los italianos. No sin razón: Hay rumores, al parecer bien fundados de inmoralidad y malversación.
¡El momento no puede ser elegido peor! El dia 10 de marzo de l776 el madrileño se encuentra con el decreto de Esquilache. En realidad es una vieja ley olvidada por su incumplimiento. Se prohíbe el uso de capa larga y el famoso chambergo. Sombrero de ala ancha que apenas deja entrever el rostro. Bajo esa capa que pude simular armas y más tapándose las facciones con el brazo levantado se comete robos e incluso asesinatos. No hay farolas en Madrid y el crimen hace su agosto.
La cronología de los hechos, aunque interesante ocupa gran espacio. El video de Youtube “El Motín de Esquilache. Conjura o revolución” es muy preciso y aclara ideas sobre lo sucedido. Lo que importa significar es que ese motín no va a ser un hecho aislado. Con prontitud se extiende por la geografía española causando incluso muertes. Fernando Garcia de Cortazar, en su “La Historia en su Lugar” registra las revueltas de Guipuzcua, que reciben el nombre de “Machinada”. Estas asonadas dan la sensación de estar preparadas con detalle. Asi se desprende de las decimas aparecidas en los pasquines superiores a la educación del común. El comportamiento de los amotinados pidiendo de beber en las tabernas y dejando al fiado “porque ya lo pagaran” dice mucho.
Por otro lado la figura de Carlos lll designado por la Providencia como Rey de España, sufre menoscabo por el acoso del populacho. Para evitar males mayores se ve obligado a transigir. Tal disgusto le deviene de estos acontecimientos, que se ve obligado a dejar Madrid para marcharse a Aranjuez. Solo volverá tras múltiples peticiones. En menor escala y a mi entender guarda cierto paralelismo con lo sucedido a Luis XVl en la Revolución Francesa ¡Lo veremos!
Quien redacta la orden de expulsión es Campomanes. Una vez finalizada se reúne un Consejo Extraordinario, en el que entre otros muchos estaba Grimaldi, duque de Alba, confesor del rey Osma que “la hallaron digna de que el rey la hiciese suya”. Asi el día 27 febrero de 1767 , por medio de la “Pragmática Sanción” se expulsa a los jesuitas. Su ejecución es confiada al Conde de Aranda, quien la hace llegar a todas las autoridades, con terminante orden de no abrir el pliego que la encerraba antes del día 2 de abril. Instrucciones que alcanzan tambien a las colonias donde entraran en vigor el 6 de marzo. Grimaldi había nombrado al fiscal José Moñino Redondo embajador en Roma. Sus gestiones con Clemente XlV hicieron posible el breve “Dominus ac Redemptor noster” por el que queda suprimida la Compañía de Jesús. Por estas gestiones se la concede al murciano Jose Moñino, el titulo de Conde de Floridablanca.
Cumplida relación de lo narrado la da el embajador frances en España D, Ossun en carta al Conde de Choiseul. Escribe: “Que se avian visto a los jesuitas disfrazados de capa y sombrero redondo con los del tumulto animándolos y conduciéndolos; que S.M le avia dicho que todos le avian aconsejado la precisión de tomar esta providencia (la de expulsión) aún los que eran apasionados a los mismos jesuitas”. El Conde Fuentes, embajador de España en Francia recibe esta noticia con “consternación y horror debido al fin último de la revuelta madrileña, que no era otro que el de exterminar a la misma Persona y a toda la Real Familia”