He leído en otro hilo que a los trifachitos se los denomina con cariño y -tal vez por eso- evidente desviación conceptual, "constitucionalistas". Y estos responden, en vistas de las prontas elecciones, agitando banderas, banderines y todo tipo de producto marketinero populista que levante las pasiones nacionalistas de los que no saben apreciar el país en el cual viven si no es a través de lo simbólico (eso tan efímero pero a la vez con más peso específico que el ancla de un buque de carga) prometiendo aplicar el 155, algo que, de hacerse en el contexto actual, sería inconstitucional, porque como ya se les ha explicado, no hay hechos jurídicos objetivos que lo justifiquen.

Y es que el peligro de convertir en "constitucionalistas" a un grupo de políticos trifachitos (entre los cuales una parte es de extrema derecha, la otra tiene innumerables juicios por corrupción y la más nueva es de medio pelo), es que conviertan un artículo de la constitución en un símbolo más (tan poderoso como la bandera, cuyo significado sin embargo es igualmente subjetivo y arbitrario) y por ende pase a formar parte de la retórica electoral en medio de una disputa de poderes personales.

Para quienes lo miran desde afuera, el 155 ya no es un artículo de la Constitución Española, sino el símbolo del fracaso de la política como herramienta democrática para resolver los conflictos de intereses. Será culpa de la derecha irresponsable (tanto de un lado como del otro) que este monstruo crezca al amparo de la sinrazón.

Y hablando de esto último, hay que saber qué piensan los agitadores: 31 razones para volver a aplicar el 155 en Cataluña