Cuando Dios creó a Adán, ¿sabía que Adán pecaría?
Esto fue lo que Dios puso ante Adán y Eva: “Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla, y tengan en sujeción los peces del mar y las criaturas volátiles de los cielos y toda criatura viviente que se mueve sobre la tierra”. “Y también le impuso Jehová Dios este mandato al hombre: ‘De todo árbol del jardín puedes comer hasta quedar satisfecho. Pero en cuanto al árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo no debes comer de él, porque en el día que comas de él positivamente morirás’” (Gén. 1:28; 2:16, 17).
-¿Estimularía usted a sus hijos a emprender un proyecto que ofreciera un futuro maravilloso, aunque desde el principio supiera que tal proyecto estaría condenado al fracaso? ¿Les advertiría de algún daño que les pudiera ocurrir, sabiendo que usted ya había planeado todo para que de seguro experimentaran desconsuelo? Entonces, ¿es razonable atribuir tal proceder a Dios?
Mat. 7:11: “Si ustedes, aunque son inicuos [o: “malos como son”, NBE (edición latinoamericana)], saben dar buenos dones a sus hijos, ¿con cuánta más razón dará su Padre que está en los cielos cosas buenas a los que le piden?”
Si Dios hubiera conocido y determinado de antemano el pecado de Adán y todo lo que resultaría de ello, eso significaría que Dios, al crear a Adán, habría puesto en movimiento deliberadamente toda la iniquidad que se ha cometido en la historia humana. Él sería la Fuente de todas las guerras, el delito, la inmoralidad, la opresión, las mentiras, la hipocresía y las enfermedades. Pero la Biblia dice claramente: “Tú no eres un Dios que se deleite en la iniquidad” (Sal. 5:4). “A cualquiera que ama la violencia ciertamente lo odia Su alma” (Sal. 11:5). “Dios no puede mentir” (Tito 1:2). “De la opresión y de la violencia [él, el designado por Dios como Rey mesiánico] les redimirá el alma, y la sangre de ellos será preciosa a sus ojos” (Sal. 72:14). “Dios es amor” (1 Juan 4:8). “Él es amador de justicia y derecho.” (Sal. 33:5.)
LO QUE YO ENSEÑO NO ES MIO
PERTENECE AL QUE ME ENVIO” (Juan 7:16.)