Veamos cómo nos ayudan las remisiones a entender un pasaje bíblico. Tomando el ejemplo de la historia de Abrán, o Abrahán, analicemos esta pregunta: ¿quién encabezó la partida de Abrán y su familia cuando salieron de Ur? En
Génesis 11:31 leemos: “Taré tomó a Abrán su hijo y a Lot, [...] y a Sarai su nuera, [...] y estos salieron con él de Ur de los caldeos para ir a la tierra de Canaán. Con el tiempo llegaron a Harán y se pusieron a morar allí”. Si simplemente leemos este versículo, podríamos apresurarnos a concluir que quien encabezó la marcha fue Taré, el padre de Abrán. No obstante, en un examen más detenido observamos que la
Traducción del Nuevo Mundo aporta once referencias marginales relacionadas con este texto bíblico. La última nos dirige a
Hechos 7:2, donde leemos las palabras de Esteban a los judíos del siglo primero: “El Dios de la gloria se apareció a nuestro antepasado
Abrahán, cuando él estaba en Mesopotamia,
antes que se domiciliara en Harán, y le dijo: ‘Sal de tu tierra y de tus parientes y ve a la tierra que yo te mostraré’” (
Hechos 7:2, 3). ¿Confundió Esteban el momento en que Abrán partió de
Ur con el momento en que partió de
Harán? Es obvio que no, pues sus declaraciones forman parte de la Palabra inspirada de Dios (
Génesis 12:1-3).
¿Por qué, entonces, dice
Génesis 11:31 que “Taré tomó a Abrán su hijo” y a otros miembros de su familia y salió de Ur? Pues bien, como Taré aún era el cabeza patriarcal y había accedido a ir con Abrán, se le concedió el mérito de haber trasladado la familia a Harán. Al comparar y conciliar estos dos textos bíblicos, comprendemos lo que en realidad ocurrió: Abrán convenció respetuosamente a su padre para que se fuera de Ur con él, en armonía con el mandato de Dios.