La verdad es que no los quería pero, cuando llego y veo a los 3 sentados en la puerta esperando a que les de la comida, me parten el corazón. Y de verlos jugar correteándose entre ellos me saca carcajadas.
Confieso que me estoy comiendo unos mangos enchilados que me hacen poner caras raras. Están buenísimos!