Iniciado por
Teheran
Es por eso crucial reconocer que Dios precede y trasciende cualquier escrito sagrado.
La Biblia es el producto de una larga y compleja actividad humana, en donde existe un "Evangelio Eterno", una idea esencial, universal, envuelta en historias que han sido aderezadas o distorsionadas para satisfacer las necesidades políticas, ideológicas o sociales de la época.
Ahora bien, que durante el reinado de Josías se haya compilado la Torah no significa que Moisés nunca haya existido. Solo significa que los detalles de su vida y obra pueden estar envueltos en el mito.
Su rescate del Nilo, la zarza ardiendo, su rostro resplandeciente al bajar del Sinaí, pueden todos ser elementos míticos que simplemente ilustran su relación especial con Dios.
En la antigüedad era común que la revelación se diera de manera oral, para ser compilada tiempo después.
Buda tampoco escribió directamente nada, sino sus discípulos muchos años después, recopilando sus enseñanzas. La vida de Jesús tampoco fue descrita en tiempo real, sino a través de testigos y de narrativas sueltas varios años después.
El Corán también fue recopilado por los escribas que escuchaban a Mahoma, en un lapso mucho menor, inclusive aún durante su vida.
De Bahá'u'lláh sí podemos saber que sus escritos provienen de su propia mano, o dictados en tiempo real a su escriba.
En el futuro, los Enviados de Dios hablarán con una claridad y contemporaneidad que resulta inimaginable.
Las webcam que tenemos ahora parecerán juguetes comparado con las posibilidades de trasmisión de ideas a través de dispositivos directamente conectados con nuestro cerebro. Ahora mismo ya existe una investigación seria al respecto.
Los libros sagrados, sujetos a interpretación y a las cadenas del lenguaje, , serán cosa del pasado.
"12 Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido."
(1 Cor 13.12)
"Y no vi en ella templo alguno, porque su templo es el Señor, el Dios Todopoderoso, y el Cordero. 23La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que la iluminen, porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera." (Ap 21:22,23)