En su Segunda Venida, el Cristo viene para salvar a quienes lo esperan.
Piénsalo en términos positivos.
Tu felicidad, Esperanza, no consiste en ver al mundo castigado, sino salvo.
Si no lo pensamos en esos términos, terminaremos como Jonás, enojados con Dios porque no castigó a quienes consideramos paganos o indignos de nuestra compañía.