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Jesucristo había dicho que los que son dignos del reino de Dios: "ni se casan ni se dan casamiento". Pero las cartas atribuidas a Pablo torcidas por los indoctos nos entregan otras doctrinas diferentes sobre los mandamientos de Jesucristo y sobre los matrimonios. Y AQUÍ VIENE LA GRAN CONTRADICCIÓN:


El que escribió las cartas atribuidas a Pablo "se olvidó" del mandamiento de Jesucristo que decía que los que son dignos del reino de Dios, "ni se casan ni se dan en casamiento". Y en su lugar, escribió que los cristianos se podían casar, contradiciendo así al mandamiento de Jesucristo..., pues las cartas dicen así:


"Pero si alguno piensa que es impropio para su hija virgen que pase ya de edad, y es necesario que así sea, haga lo que quiera, no peca; que se case. Pero el que está firme en su corazón, sin tener necesidad, sino que es dueño de su propia voluntad, y ha resuelto en su corazón guardar a su hija virgen, bien hace". (1ª Corintios 7:36)

El que escribió este punto difícil de las cartas habla de casamientos, ignora el mandamiento de Jesucristo que dice que los que son dignos del reino de Dios: "ni se casan ni se dan en casamiento". Y por otra parte, entrega toda la autoridad al padre para casar a su hija o mantenerla virgen a la fuerza.

Entonces, ¿dónde queda la libertad de la mujer?... Si el padre quiere, casa a su hija, y si quiere mantenerla virgen, la mantiene... ¿Dónde quedan la libertad y los sentimientos de amor de las mujeres?...

Aquí vemos que las mujeres enamoradas no eran libres para vivir su amor con sus amigos... ¡¡Se morirían de pena si el padre las quería mantener vírgenes!!... Los judaizantes que escribieron estas cartas se olvidaron de que lo que Dios quiere es la misericordia:

"... si hubierais comprendido qué significa: Misericordia quiero, y no sacrificio, no condenaríais a los inocentes" (Mateo 12:7 )

Este punto difícil de las cartas nos sigue diciendo:

"De manera que el que la da en casamiento hace bien, y el que no la da en casamiento hace mejor". (1ª Corintios 7:38)

¿Cómo va a hacer bien el padre que da a su hija en casamiento si el mandamiento de Jesucristo le dice que los que son dignos del reino de Dios: "ni se casan ni se dan en casamiento"?

Las cartas también dicen:

"Honroso sea en todos el matrimonio..." (Hebreos 13:4)

¿A qué matrimonio se refería Pablo? ¿Al que hacían los judíos y que eran de esclavitud y de penas de muerte para las mujeres? ¿o se estaba refiriendo al Esposo, que es Jesucristo, y a la esposa, que es la Iglesia? Las cartas también nos dicen:

"pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido......... La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido.........". (1ª Corintios 7:2-4)

Aquí diremos igualmente: ¿quién es el marido? ¿Jesucristo? ¿o es que las mujeres, después de haber conocido a Jesucristo (su Esposo) se tienen que seguir entregando a matrimonios judaizantes de los hombres que las amenazan y las pueden matar a pedradas?... Sigamos viendo más puntos difíciles de las cartas:

"pero si no tienen don de continencia, cásense, pues mejor es casarse que estarse quemando". (1ª Corintios 7:9)

"Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo". (Efesios 5:22-24).

¿Casarse con quién? Jesucristo nos dice que los que son dignos del reino de Dios, "ni se casan ni se dan en casamiento"... Entonces, ¿cómo va a ser mejor casarse que no casarse? ¿Y cómo van a estar las mujeres sujetas a hombres como maridos si ya tienen a su Esposo, que es Jesucristo?...


Volvamos a recordar quién es el Esposo y quién es la Esposa según las mismas cartas de Pablo:

"Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia. (Efesios 5:32)

"Porque os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo". (2ª Corintios 11:1-2)


Si Pablo nos ha desposado con un solo esposo, que es Jesucristo, entonces, ¿cómo nos vamos a atar de nuevo a matrimonios judíos o judaizantes de esclavitud para las mujeres?...

Los puntos difíciles de las cartas de Pablo en cuanto a los matrimonios nunca pueden, ni deben, faltar al mandamiento de Jesucristo que nos dice que los que son dignos del reino de Dios: "ni se casan ni se dan en casamiento"...

Las personas se pueden unir para hacer una familia y tener hijos según les permitan las constituciones de los pueblos civilizados que reconocen los derechos de las mujeres a ser libres.

Aquellos matrimonios judíos y judaizantes de esclavitud para las mujeres, donde las mujeres podían ser acusadas de adulterio para que los hombres las mataran a pedradas, aquellos matrimonios quedaron abolidos por Jesucristo cuando dijo que los que son dignos del reino de Dios: "ni se casan ni se dan en casamiento"... Y también cuando dijo:

"Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón" (Mateo 5,27-28.).

Aquellos judíos que codiciaban a las mujeres para tenerlas en propiedad y como esclavas con supuestos contratos de matrimonio, luego cuando se cansaban de ellas, las podían acusar de adulterio para que el pueblo las matara a pedradas. Y éste es el adulterio y la fornicación: la codicia primero, y luego la falta de misericordia con las mujeres a las que un día codiciaron.

Jesucristo, a aquellos judaizantes y para todos los judaizantes que codician a las mujeres y que luego, cuando se cansan de ellas, las acusan de adulterio para matarlas, así les dijo:

"El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella" (Juan 8:3-11).

Los hombres todos son pecadores. Entonces, nadie tiene autoridad para matar a las mujeres. Y si los hombres hubieran sido fieles a los mandamientos de Jesucristo, no ocurrirían tantos casos de mujeres asesinadas por sus maridos como están ocurriendo cada día en todos los pueblos del mundo.

El verdadero matrimonio es el que se hace cuando cumplimos con los misericordiosos mandamientos de Jesucristo que mandan:

"NO MATARÁS", perdonar a las personas setenta veces siete, amar a nuestros enemigos, hacer el bien a los que nos persiguen y tener misericordia con todos... También mandan a los ricos que repartan todos sus bienes entre los pobres y que no condenen ni maten a sus semejantes...

Porque lo que Dios quiere es la misericordia y no los sacrificios, y mucho menos los sacrificios humanos, esto es, las penas de muerte y las leyes que mandaban matar a las mujeres acusadas de adulterio.