Dote. Antes de que se concertase el contrato matrimonial, el joven, o su padre, tenía que pagar al padre de la muchacha la dote o precio de la novia. (Gé 34:11,*12; Éx 22:16; 1Sa 18:23,*25.) Este hecho se consideraba una compensación por la pérdida de los servicios de la hija y por los problemas y gastos que los padres habían tenido al cuidarla y educarla. A veces se pagaba la dote con ciertos servicios a favor del padre. (Gé 29:18, 20,*27; 31:15.) En la Ley había un precio de compra determinado para una virgen que no*estaba comprometida y a la que seducía un hombre. (Éx 22:16.)

Formalización del matrimonio. El rasgo central y característico de la boda propiamente dicha era la manera solemne de llevar a la novia de la casa de su padre a la casa de su esposo en la fecha acordada; con este acto se manifestaba el significado del matrimonio, representado por la admisión de la novia en la familia del esposo. (Mt 1:24.) Antes de la Ley, en los días de los patriarcas, la boda consistía simplemente en lo antedicho. Era un acontecimiento totalmente civil. No*había ninguna ceremonia o rito religioso, y ningún sacerdote oficiaba o daba validez al matrimonio. El novio llevaba a la novia a su casa, o a la tienda o casa de sus padres. Se daba a conocer públicamente, se reconocía y se registraba, y el matrimonio ya era válido. (Gé 24:67.)