Más bien, Jesucristo enseñó que solo se le debe orar a su Dios y Padre Jehová. Dijo:
Mat. 6:9 “Ustedes, pues, tienen que orar de esta manera: ‘Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.’”
En efecto, toda petición se hace a Jehová Dios, el oídor de la oración:
Fili. 4:6 “En todo por oración y ruego junto con acción de gracias dense a conocer sus peticiones a Dios.”
Sal. 5:1, 2 “A mis dichos de veras presta oído, oh Jehová; entiende, sí, mi suspirar. Presta atención, sí, al sonido de mi clamor por auxilio, oh Rey mío y Dios mío, porque a ti oro.”
Sal. 69:13 “Pero en cuanto a mí, mi orar fue a ti, oh Jehová, en tiempo acepto, oh Dios.”