Jesus cumplió, no solo la letra de la Ley, sino también el espíritu que había detrás de aquella Ley.

Mientras que la Ley prohibía actos pecaminosos,
Jesús denunció las actitudes que mueven a tales actos.

Por ejemplo, el asesinato y el adulterio eran violaciones de la ley de Dios; pero Jesús mostró que el continuar enojado con alguien y mirar a una mujer con lascivia son las disposiciones mentales que llevan a tales transgresiones.
(Mat. 5:21, 22, 27, 28; Sant. 1:13-15)

Además, el que Jesús sacrificara voluntariamente su vida humana para el beneficio de la humanidad fue un despliegue superlativo de amor, a lo que la Biblia llama “el cumplimiento de la ley.”—Rom. 13:8-10; compare con Juan 15:13.

La Ley se dio para llevar a los israelitas al Mesías, quien sería el gobernante principal en el reino de Dios. (Gál. 3:24; Isa. 11:1-5; Dan. 7:13, 14)

Por eso, en lo que se refiere a entrar en el reino de Dios, a las personas que quebraran los mandamientos de Dios se les ‘llamaría “más pequeñas.”’ No entrarían de ninguna manera en el reino.—Mat. 21:43; Luc. 13:28.



El*apóstol Pablo dijo: “Que nadie los juzgue en el comer y beber, o respecto de una fiesta, o de una observancia de la luna nueva, o de un sábado; porque esas cosas son una sombra de las cosas por venir, pero la realidad pertenece al Cristo” (Colosenses 2:16,17).