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Jesucristo, ¿dónde estás?... Quiero hablar contigo...
EN LOS CONCILIOS DE ROMA SE IMPUSIERON A LOS CRISTIANOS TODOS LOS LIBROS DE LAS BIBLIAS
Las decisiones tomadas en el Concilio de Roma sobre los libros que debían componer las biblias, fueron ratificadas en el concilio de Hipona, que también fue convocado por el pontífice Dámaso I durante el Sínodo de Roma en 393 d. de C. En este concilio es oficialmente confirmado el canon de la lista de libros aceptados en el Concilio de Roma del año 382. Y después fue confirmado en los concilios de Cartago (años 397 y 419).
Desde entonces, los mandamientos de Jesucristo escritos en el Evangelio, fueron ahogados y desplazados entre un montón de libros judíos y judaizantes que imponían sistemas de terror que dejaron espantado al mundo..., sistemas de terror que impondrían las grandes inquisiciones medievales y que aterrorizaron al mundo.
La doctrina del cristianismo de los primeros siglos sólo reconocía como Ley de Dios el Evangelio de Jesucristo, que es la Ley de misericordia...; y la misericordia les mandaba repartir los bienes entre los pobres, tener caridad con todo el mundo, dejar libres a los oprimidos, y no hacer daño a nadie..., ni siquiera a los enemigos...
Pero esta piadosa forma de vida no era compatible con las ansias de poder y riquezas que tenían los emperadores y otros poderosos de Roma... Así es como estos poderosos de Roma dejaron la Ley del Evangelio ahogada y mal entendida entre un montón de libros de leyes de muerte y esclavitud del viejo testamento y las cartas atribuidas a Pablo tan discutidas por muchos cristianos...
Con estos escritos que ahogaban el Evangelio y las interpretaciones de sus "ministros" religiosos, hicieron ver que Jesucristo había venido a cumplir con aquellas leyes de muerte del viejo testamento y que Jesucristo mandaba que se cumpliera con ellas... Jesucristo había abolido del viejo testamento todas las leyes que mandaban matar y hacer daño a las personas. Los emperadores de Roma y su religión ignoraron estos mandamientos de Jesucristo.
El Evangelio de Jesucristo no les interesaba a los poderosos de Roma, pues estos tenían mucho poder y muchos esclavos, y también leyes para castigarlos de muerte cuando ellos querían. Estos poderosos de Roma vivían de la guerra y subsistían debido a sus leyes de terror y de muerte. Nada de esto justificaba el Evangelio. Y así, en las últimas décadas del siglo IV, desde Roma se impuso una revisión general de libros, se destruyeron muchos libros cristianos y, en cuanto a las leyes, se impuso la creencia de que todas las leyes del viejo testamento eran "palabra de Dios" y "Ley de Dios".
Desde entonces, y durante varios siglos, nadie pudo discutir estas decisiones, pues los distintos tipos de sistemas de terror que surgieron en muchos imperios del mundo aplastaron toda inspiración de volver a la piadosa Ley de Jesucristo, que mandaba misericordia, reparto de bienes y perdón para todos. Aquellos sistemas de terror desembocarían en las grandes inquisiciones que dejaron espantado y aterrorizado al mundo.
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