
Iniciado por
Nietzscheano
"No es tanto lo que el artista quiera transmitir sino la que la obra en sí transmite" nos decía el profesor de Historia del Arte de aquel tan heterogéneo grupo de estudiantes con el que me tocó compartir la sapiencia de este gran hombre, director de la Escuela de Bellas Artes de la Magna Universidad de Costa Rica en aquel entonces. El artista crea, plasma y hace que su creación entre en comunión con la naturaleza, entra él mismo en comunión con la naturaleza y después de creada la obra, ya el artista pasa a segundo plano, no, deja de existir, la naturaleza es inflexible, no se fija en creadores ni destructores, se protege a sí misma, no piensa en bondad, ni en benefactores; no piensa en maldad, ni en malhechores. La naturalez es y punto.
Esa obra de Nietz Soriano me gusta.
Transmite magnificencia, es justo como la naturaleza: insondable, exquisita, única, poderosa y sola. La observo, la aprecio y no dejo de pensar en todo eso que está detrás de lo que no podemos percibir. No dejo de pensar en "la mano invisible" de Smith, en la omnisciencia de Dios, en la esencia sempiterna de la verdadera, auténtica y genuina autoridad y supremacía del ser superior, ése que vuela sobre nosotros a alturas insospechadas, ése que habita la morada que el hombre común ni siquiera se atreve a imaginar. Eso me transmite "La soledad del poder".
Un poderoso tan superior que se torna absurdo aún en la mente de los poderosos. Algo así como si hubiera aquí alguien con más potestad e imperio que los mismos moderadores, más capaz que el mísmisimo administrador.
Esa obra me hace identificarme plenamente con el "muñeco" del cuadro.